martes, 2 de agosto de 2011

PACTO DE SILENCIO




Leonidas Rubio (texto y dibujo)














Baja la amapola
hasta tocar por dentro la memoria
y borrarse. Sube la espiga
con el peso de un silencio
que antecede a un viento de preguntas
y en piedra de fugacidad, en tiempo
espolvoreado de color en nombre,
labio en polvo,
la amapola sube
con su asterisco de opio,
derrotada por su afán de sueño
y en amasijo de noches trizadas, decantaciones
de luz drenada en manos que no saben detenerse
la espiga baja
herida por su permanencia

y parece imposible
que no existan las señales
de alguien o de algo

FLOW MY TEARS

Fluyan, mis lágrimas)
John Dowland (Irlanda, 1562-1626)
Traducción libre: Leonidas Rubio



Fluyan mis lágrimas, caídas de sus manantiales.
Exiliado para siempre, dejadme llorar;
donde el pájaro negro de la noche canta su infamia
permitidme que viva olvidado.

Apagaos, oh vanas luces, no brilléis más.
No hay noche lo bastante oscura para aquellos
que deploran desesperadamente sus dichas perdidas.
La luz no es otra cosa que vergüenza nuestra.

Nunca serán mis penas aliviadas
puesto que la piedad ha huido
y lágrimas
y suspiros
y gemidos
a mis días cansados han privado de cualquier alivio.

Desde la alta torre del gozo
es lanzada mi fortuna
y es abandono
y dolor
y pesar
por desiertos donde la única esperanza
es perder toda esperanza.

¡Oíd! vosotras, sombras que derredor moráis,
aprended a despreciar la luz.

Felices, felices, quienes en el infierno
no sienten el desprecio del mundo.

SORROW

David Gilmour
Traducción libre: Leonidas Rubio



El dulce olor de la tristeza yace sobre la tierra,
penachos de humo brotan y se funden en el cielo plomizo:
las mentiras y los sueños de un hombre, de campos verdes y ríos.
Pero se levanta una mañana sin razón para echar a andar.
Está obsesionado por la memoria de un paraíso perdido,
en su juventud o en un sueño, no puede precisarlo,
está encadenado para siempre a un mundo muerto,
no es suficiente, no es suficiente,
su sangre se ha congelado y se ha cuajado de miedo,
sus rodillas han temblado y se han hundido en la noche,
su mano se ha debilitado en el momento de la verdad,
su paso se ha vuelto vacilante.

Un mundo, un alma,
el tiempo corre, el río corre...

***

Y habla al río de amor perdido y entrega
y el silencio contesta esa confusa invitación.
Corre oscuro y turbulento hacia un mar aceitoso,
un macabro simulacro de lo que vendrá.
Hay un viento incesante que ruge esta noche
y hay polvo en mis ojos, cegándome,

...y el silencio vocifera más que las palabras
de promesas rotas.



NOTA: Pertenece al álbum Momentary laps of Reaseon de 1987. Fue compuesta alrededor de dos años antes y para su texto el maestro Gilmour reconoce influencia de Weste Land de Elliot y Paraíso Perdido de John Milton.

CUADERNOS DE EMERGENCIA



LEONIDAS RUBIO


LIMINAR


He aquí los 48 poemas de Cuadernos de emergencia tal cual (salvo algún detalle) como fueron publicados por Ediciones Mosquito el año 1994 en la legendaria colección de poesía La estocada sorpresiva, en papel kraft de 60 gramos y sobrecubierta de ecograft color ceniza. De estas piezas hay 25 que fueron recogidas y reelaboradas o confirmadas en su estado original en Piedra Negra del mismo sello editorial, el año 2009. La bitácora del poemario entre una y otra fecha sería imposible. Algunas pruebas al canto: he encontrado lectores anónimos de Cuadernos... en episodios épicos, líricos y eróticos en los lugares más insospechados. ¿Cómo rodaron los magros 300 ejemplares? No alcanzo a descifrarlo. Que la crítica no se diera por enterada de la existencia de este libro como de ningún otro de mi autoría, me parece más bien una condecoración a estas alturas, (o si se quiere, bajezas). He tenido reseña suficiente de él oyendo hablar a quienes lo albergaron en sus manos sin otro ánimo que sumergirse en la poesía.

Esta colección de versos me enfrenta al hecho sintomático del primer balbuceo: Cuadernos de Emergencia vino a ser mi pecado original. Con una reproducción de "La muerte de Orfeo" en la contratapa, grabado renacentista invocado como recuerdo de ese crimen atávico que todos hacemos posible a diario. Y con estas palabras de Cristian Cottet en la solapa: " Como un reflejo yuxtapuesto de situaciones, su poesía entra de lleno en el mundo de soledad, abandono y desesperanza que genera la sociedad donde habita el poeta. Cargado también de sueños y esperanzas propias, refleja el sentir de una generación, de un tiempo." Mi oficioso editor puso a cargo de la presentación del libro a Jorge Teillier, a quien no llegué a conocer en profundidad, mucho menos aquella noche de invierno en que encubrió sus impresiones con travesuras y chismes humorísticos mientras los asistentes lo miraban como se haría con un profeta o una estrella de rock, cuestión que no le disgustaba. Pero eso no era asunto mío. Corría la década de los noventa y yo aún era demasiado egoísta para dejarme afectar por las pretensiones de nadie. Por entonces me proponía mi propia juglaría, y quisieron las múltiples inquisiciones de mis edades medias personales que terminara viendo separarse la poesía del instrumento.

Se ha convertido éste en mi acta de bautismo, mi pozo de extracción, el ADN de mi poesía. Yo ya no sé escribir así. La dicción de estos poemas, su respiración acezante, su imperfección insolente, sus feísmos, su dignidad visceral, su hablante mal comido y mal hablado en que reconozco traslúcido al adolescente que lo escribió, al que aún me quiero parecer en la soberbia; toda esa vida escrita ya no me dicta salvo por auto-imitación, a la que sin pudor me autorizo. Aún hoy logro deshacer nudos volviendo a la sintaxis luxada de este libro. Si reescribí algunos no fue por remordimiento sino por nostalgia. La sección de Piedra Negra que llamé Plazos de emergencia, no quiere ser otra cosa que un eco de esta melodía prima, además de un ajuste de conciencia: plazos fueron y en cuadernos se fundieron. Es invierno de 2011 y estas páginas cumplen 17 años: felicidades a su edad del heroísmo. Que la promiscuidad vuelva a multiplicar sus resonancias sin permiso de nadie.


L.R.
Buenavista, 21 de julio, 2011




I
TANGO DE LA GENTE



Pero dejaron algunas gentes
en el camino por donde iban
para que velaran


Popol Vuh



LOS TIEMPOS DE LA GENTE



I


Nuestra racha de buen tiempo era la lluvia
con pedazos de distintos inviernos
Entre el camino al parricidio
y el de hormigas a las entrañas
sólo había soledad con habitantes diferentes

El tiempo macho y catequista
que venía
en días menguantes de guerra sin luna

Jamás vimos a la muerte hasta que la vida
se convirtió en un modo de simbolizarla

Era como esos niños de la fruta: el campo
y su población
se convierten en
espejismo
aunque se sabe que la verdad
es siempre milagrosa


II

Siglos ha
que se nos vienen cariando las piedras
mientras los poros deshilvanados
se anegan
en el pellejo
transparentando la existencia hasta hacerla improbable

Nos condenamos a futuros felices
Irrumpimos en la eternidad con un plan de retraso
un tesoro
como de saliva inicial el casposo semen
que dejamos añejando en la barriga del tiempo
a todo esto ya en su climaterio
mientras algunas traviesas dictaduras nos retienen
en el presente
El reino que incestamos
los hijos malos que inventaban pan al circo
ahora ex payasos
ex indios
ex
padres de poetas
viviendo en sitios sin nacimiento todavía
donde lo invisible es un límite visible

III


El tiempo humedecido en la sequedad del prado

la magia blanca en inocencia
frente e la cruel seriedad de su hechizo

la herrumbre de los hechos
atizada en el resplandor de los deshechos
que se van suplantando hasta vaciarnos el origen


JUEGOS DE EMERGENCIA



Del vacío a la tempestad
un grito desde el lado oculto del cuerpo
El cuajo venial que recogimos
dentro de una tierra menos diaria cada día
Nosotros
los fugados de cementerio que salían a amar
disfrazados de espíritu santo
o imaginando cárceles de verano en el agua
De esta pena de seguir en distancias
que nos han sido prometidas
un hombre sale y muestra sus llagas otro
jura que no creerá en sus llagas aunque se le cierren

pero aquí no se resucita como en la vida real:
la penumbra era sólo un simulacro.



A NO DUDAR



Cuando el amor murió
yo ya lo había sepultado
Los amantes
pedían que a dios se le eligiera entre todos
Ahí empecé a levantar este pueblito
Debe ser el más caliente –pensé el más
hambriento
A él debo hacer un alma con la mía

Mis hermanos me escribían
inventando palabras para nombre de los niños
Boca de Chile Hígado de Chile
manzana por ejemplo ellos decían: mujer
y nos mandaban mujeres a cambio de manzanas

Ahora tengo calles con seudónimos entre-
tenidos
tumbas que mis amigos ocupan
por turno con mis enemigos vidas
baratas en tiempos de tregua
que suben en tiempos de batalla.

Ahora el poema está casi completo
Sólo falta que alguien lo desangre


LOS PERDIDOS ESLABONES


Todos los heridos de esta hendidura en el aire
tendrán derecho a un perro a una vena a lactar
buen vino de las ubres devastadas
por estas ganas de irrumpir en medio
de un hombre una madre
sin corazón
una guitarra con fondo de aullido
ah mil mundos
y un solo dolor en la cabeza
esta redonda soledad que nos calló
como una gota cantada en el último día
ah botín perdido en un cuaderno ocioso numen
que cuelga en la mañana qué
sino bóveda somos ganamos velocidad
en las trampas donde hasta fuimos extranjeros

Un canto sube en la noche hasta romperla
No anuncia nada
pero sube en la noche hasta romperla



EL POETA QUE FUI



Yo estaba hablando en pasado de nuevo
cuando me di vuelta
y vi la gran cara sin dibujo
con ojos boca arrugas en la mano
diciendo pónmelas chiquito compañero
ordena esta retórica descarada
distribuye
en primer plano los rasgos que heredé de mi madre
Te estoy diciendo que en la fosa
todos los puestos de espalda levantaron el dedo
cuando alguien preguntó quién sigue
y dio un tiro al aire
que agujereó mis explicaciones
Te lo estoy escribiendo qué mejor
me estoy saliendo de mis normas habituales
y apuesto que tú también te pones delicado
si te nombran tus muertos libre-aparecidos
o quizá tu propio nombre merece ser el del país
o tú mismo eres tan alto que hasta hablas en verso
Oye hermano yo no soy nadita perfecto
tengo cero principios aborrezco
la poesía con fines docentes
pero ojo
que entre un fantasma y su caricatura
yo distingo
desde léeejos

(In memoriam)


EL ÚLTIMO CASCARÓN


Aprendes a andar enorme enorme
Te apena
que pudiste ser otro en cualquier sitio
Compruebas que solo permanece
el precio de vivir
y no la vida
que un día estará de un lado el destino
y del otro el hombre que lo vive
pero hoy
cuando por un labio tenemos que ver
todo el rostro
pasaremos el fuego solo para anunciarlo

Sobra motivos para tener la razón
y otros lo saben



NO LIBRE


Ustedes los vivos me escuchen
como en vida no cabe
Ustedes que quisieran oírme hablar
de la existencia del bien en mis bolsillos
que me encienden soles como dientes de oro
me ponen mapas de prendedor
en mi corbata de muerto
Ustedes que revisan mi espasmo sin causa
cual buscadores de vírgenes entre lobos
vivos en la penumbra del cuerpo
hasta asegurarse que no hiede aún bajo la costra
que no tiene más que simple olor a fiera
Ustedes
que sueñan con la muerte amaestrada
el regocijo sean de no haber muerto libre



CORPUS CHRISTI, 1987


Cuando pequeño quise ser cantor
Buscaba domingos encerrados en botellas
o desayunos expósitos en la puerta de calle
Venían bajando al comenzar y me hice trizas
Mostré el color con esa doble manera
de lo que duele en envase de olvido
Hoy juraré cuanto temo que suceda lo peor
en mi ausencia
-yo no puedo estar al mismo tiempo en todas partes
sin convertirme en otra pesadilla-
Una sola historia anda de hombre en hombre
y hallarse como dentro de uno
es beber en cualquier charco
Tengo la aureola hasta el cuello
y suelto la epidemia a merced de la piel
Mientras otros se deben
a las lápidas de jueves santo y viernes seña

De una herida a otra se deja ver el cuerpo
Vivir es una hemorragia incontrolable
y nadie purga esa diferencia



REPERTORIO CON ACOMPAÑAMIENTO DE RELOJ


El padre de otro
toca tango con su lepra
Las calles son narradas por negros invisibles
y unos niños escapados de circos piratas
cambian -ocultos- la historia de lugar
como en días irrisorios

Hoy que tenemos deberes
en otras vidas además de la primera
silbamos libros oxidados
y de paso por plena profecía
mudamos de piel como de reino
nuestra imagen dispersa en la memoria
retrocede hasta volver a imaginarse

Mi parentela póstuma esperaba una carta
en el fin del futuro
pero,
lo que puede decirse de nosotros
ha sido dicho del barro
tantas veces



LA POBRE GENTE


La gente triste que vive de morir
a sus hermanos menores
los ávidos de pasarse de hombro en hombro
de no dejar de reír por sus hallazgos
La buena gente la que sabe que sabe sus defectos
y se pone a silbar por el tiempo que le queda
que tiene la cabeza justo en posición
donde tape la cicatriz que desperfila su sombra
La gente que sabe que no pasará por la segunda
mano de nadie después de pasar por la primera
la que cita su dolor y se convence
que sólo sabe estar de a dos en los lugares

esa pobre pobre pobre gente
esa gente inmensa como lo que no existe


ELLOS NO PUBLICAN


En las noches con espuma salen estos lobos
Se deslizan por la soga
que sostiene al mundo se olfatean
se asedian por años bajo la suela de la piel
Solamente porque mueren están en crecimiento
y rotan en él trasladando sus bandadas
de un punto a otro de su cráneo planeta
Viven moscas del bien en latitud pómulos fríos
Ellos las llevan impidiendo que se peguen
las revuelven mutuas
como si fuera otra sangre que nos los deja de buscar
como si fuese un semen que se les ha oscurecido
ante el peligro de hacerlos reales entre amor y amor
exagerando lo visible en el vacío
por un círculo impreso en el cordón de la mirada

A ellos les buscan trabajo
estando vivos o muertos

Alimentarse por la bragueta los lleva
hasta los dientes

Tras los semimuros es lírica la vida
Tras el hemisferio blando de las ruinas
es líquida
la risa
Tras el trasero de poliuretano
es lírica es cívica la vida
Ellos viven donde empieza la semana
con un difícil minuto de aceite sincero
Sus palabras como su muerte huelen a mal dormir
pero los párpados sucios donde las apariciones
resbalan
cubren la pantalla hasta apagarnos a todos.



LA CELDA DEL VIDENTE


Si existe la noche que Dios ruede
sobre mi cabeza si hay prueba del mundo
que esta hoja aletee de una guerra
hasta tus labios es lo que pensarás
esta noche
si puede haber pensamiento en este injerto de volcanes
y nubes pisoteadas
a domicilio de demonio sucumbirás
al rumor de los pastos que se multiplican
con ritmo rojo de célula o veneno

esta noche con un ladrillo menos
en el nombre sobre el muro
cometerás un error irreparable


LAS HORAS LEJOS



Ceño que no puede dibujarse
sin un silencio novio y contagioso Ese sol
que no he podido profanar
sino taparme con un dedo
Mis horas puñal porque no han multiplicado
Las horas del otro
que sonríe al despertar
dice de ellas
lo que sólo diría de su madre
Las horas volviendo del sorteo
en las matanzas de primos
que recién empezaban
a ser inteligentes
Las horas en celo ruido y débil
Como lobo bueno el sueño sin pianista
Las marcas repetitivas de reposo
cuando el reposo era partir las columnas



ENTRE EL GRANO Y LA ESPIGA



Ahora la fábula va a comenzar
los viejos y los más pequeños lo aprenderán
todo de memoria
Las madres saldrán sin ronda ni oración
y -aunque sea peligroso-
no se llevarán una sorpresa
Entonces flotaremos nosotros
Nuestra saliva enrojecerá
desangraremos escupiendo
y de todas las casas elegiremos la de carne

¿No fue eso acaso lo que desaparecimos?


LIBRETO PARA UN NUEVO TANGO


Por cantar de menos
pegados a la historicidad
Por concepto de exorcismo
impedidos de dormir en los discursos
Gobernados por una estación larga
de pura inspiración
Capaces de germinar en ella
bajo cualquier dictadura
siempre reyes hijos o color o viento de alguien
como un cachorro fumador
que repele al león de su humo

Por mi culpa mi mediana
y compartida culpa
a buena extranjería de los propios fantasmas
insuflando el don de la mitomanía
hasta el punto de la multiplicación
por accidente

Extiende la Tragedia
al resto de la historia mi propia debilidad
en señal de crédito por lo que cae
con remedio




LAS HUELLAS ESPIRALES


Las nubes no hacen el amor según dice
la leyenda del barro
fluye el sudor nuestro que nos separa cada día
En otro tiempo fue del fuego
que los hombres rodaban a los pies
de su propio esqueleto Entonces
en una endecha terrible nació la palabra zeta
la letra pantano
la sílaba sierpe de mimbre desolado
Ese día sí que hubo soledad -hasta las horas
estaban quietas cambiando de cuero entre las vigas-
Un hombre silencioso quebró la cáscara
bajo la cual invernaba una fértil nación
Él fue padrastro de mi tatarapoeta dio nombre
a muchas cosas más
de las que pueden caber en el pasado
el día que llegó el verano a la batalla

De la lengua virgen que se desbravó sobre la sien
al canto de otro siglo que nos separa los ojos
este camino anudado la esterilidad encinta
que petrifica al sol en las ventanas
Nuestras monedas de chatarra fueron todo el equipaje
Desde entonces
ninguno asoma su cabeza más allá
del sueño o el delirio



TANGO DE LA TARDE


Pasa la tarde por las calles de trasvida
pasa la calle por el silencio sin dirección
de la tarde anterior fagocitada en peso
Pasa la tarde pero queda lo creíble
La real sobre la sin consecuencia
conelespacioretenido
sin sucesión
la tarde consigo con cueros
desaparecidos en brevedades violentas
con murmullo fresco y cine para uno
con olor de atardecer telúrico
de religión moribunda en el olor a orto
la ermitaña con duendes
perdidos lejos de su cuento con campanas-mosca
doblando en la ropa cubierta de pelos



Veinte años no serán nada
pero una tarde es insoportable
Violento es el que ama el abandono
y sin embargo la mancha la mancha es cardinal
Cuelga la tarde legañosa
como un bálano con marcas de tejido
en su estuche de tarde en la mañana
a todas horas
la tarde vertical con el dorso dibujado
sin encuentros de agasajo sin novela
en el cogote las tardes de la gente
sin circo donde trabajar





II

LA VERDADERA HISTORIA
DE LOS VAGABUNDOS




SAUDADE EN INTRAMUROS



Lo normal es dormir en invierno
El resto del viaje preparar la lencería:
así dormía yo sobre mi propia tumba daban forma
a las horas palabras de piedra
Ahora bardo incomprensible me conformo
con mirar desde lejos a las madres
guitarrista de pantalones drogadictos
a previne a los internos muchas veces
que nudo sin extremo no es de vida
Es habitual que le nazcan a uno hijos
que a poco andar la distancia convierte en profetas
es habitual
que los pechos que uno ama se conviertan en ciudades
aunque juro que perdí mucha sangre por eso -antes
yo amaba a la gente por el tamaño de sus dioses-

Quede constancia sin rodeo como quiera que fuere
que el hombre es un acceso de lobo


EL PACTO


Nos gusta el cuerpo le pusimos
brazos a la almohada

Queríamos ser fruto de un milagro

Un día construimos un país de papel
Sobraba espacio para dolores de juguete
y refugios de colores
Después
esa noche que no sería nuestra
hallamos
papelillos picados en el suelo salas de luz
donde venía el obrero con la otra
donde amor era todos y ninguno

Entonces sí tuvimos miedo:
Esto es un juego
–dijimos
Luego el primero en morir
hacía desaparecer al otro




LA VERDADERA HISTORIA DE LOS VAGABUNDOS



De todo cuanto hemos de brotar un cielo
su amor su paloma quebrada contra un muro
aquello de sostener al mar con un soplo
lo poco que a todo pide madre
y nos saca del cuerpo para echarse en él
como en su propia orilla
Porque el jardín se vuelve aborrecible
y un loco
es uno más en tiempos de diluvio

tú y tu ángel yo y mi protegida
salíamos por calles

otorgadas en silencio
a las que sobrevivimos
Por eso la tormenta es nuestra sombra
y aún bebemos de cada ápice cautivo
gotas de uno mismo en cada otro


LOS PRIMEROS POETAS


El monte que no dejé salir
nació cuando volví la mirada

Pasé boca arriba por el río
que se abre entre las piernas del campo
Corrí corrí cuando entrado hasta la muerte
la muerte
vacía se volvió hacia mí
porque era toda un reflejo del fuego

Los abuelos jóvenes están amándose
pero se matan en el fondo
vivos se están entremezclando

Peninsulares matando para se defender
gente de la tierra defendiéndose
para se matar

Sobre la ceniza
que agoniza en el aire
un alma cicatriza en voz alta
y otra calla desangrando



ADIÓS A MIS HIJOS


No todo brota del cuerpo o de la tierra
En toda imitación
lo idéntico sublima lo creado
La paz acaece en los talones
de la reproducción
como un remolino umbilical entre dos tiempos

Todo es cercano si está en movimiento
hermano y bienvenido Por
lo que te falta
yo apenas quepo dentro de mí -eso
que fui hecho a mi medida- pero como soy
tu vástago remoto
sobrepondremos lo mortuorio a lo perfecto

El amor rompe su cara de vidrio
y dentro estaban nuestras cicatrices

He pasado por todas las palabras
y aún logro comprenderme
he asemejado en toda aparición
he defendido como verás el oficio
contra sus hechizados

Poeta estamos descubiertos: Tú serás
mi antepasado en la muerte yo
tu fantasma -¿tu gloria?- entre los vivos

Hoy nuestro deber es estar lejos
y nadie cumple su deber mientras no lo desborda



AMOBLADO NOCTURNO


Me estrello sin pájaro me alzo sin cielo
y este sonido de burbuja se convierte
en una carne pesada esperando su señal
bajo la lluvia
este silencio que emana de la tierra
asaltándome en todos sus vestigios
el aire que me encierra el hambre
que me anuncia
la sed que me da el entendimiento
esta mujer que mira sinceramente embarazada
de mí
que es como decir de cada cosa
este rostro periódico que separa mi boca
en un labio de ayer y uno de mañana
esta fecha imprecisa para entrar
pero clara en advertir que la vida es
solo un medio de transporte
y nacer es un intento de suicidio
como si fuera poco este ruido que copa
mi lugar en el pensamiento
hasta ensanchar totalmente mi pasado
y apoderarse de todas las palabras


TEMA CON VARIACIÓN
para Américo


La lagartija corre desde un grano
hasta el abismo suave de una orilla dos extremos
de mundos que se llaman
La lagartija es cosa de sus alas -se debe
a donde no logró llegar
que las haya perdido
Ella se mueve para mantenerse entera
busca en las cortezas que confunde erosiona
sus sonoros espejismos
regresando si se sabe abandonada
Perdió sus alas de bajar con los ojos
abiertos Chocó
con cada puerta de día que sale y noche que entra
pues en su mundo tan pequeño
esas fisuras son ruidos inmensos
De modo que sus alas volaron por separado
y la lagartija quedó con la boca hueca

El presente de lo móvil
es espectral
Lo existente llega
hasta donde sus límites no pueden
pero la lagartija vuela cuando no tiene a dónde

Todavía puede vérsele caer
de grano en grano Todavía
sus alas de seda se baten en el suelo



LA HIJA DE LOS DÍAS LIBRES


Usted llegó por insectos en el sueño

Una fantasía se partió en la mitad
y de un ser que era usted misma por fuera
salió el camino y el estómago vacíos

Era grana y traía unas entrañas
capaces de cambiar un siglo por otro

Por ejemplo la tierra ya se empieza a aburrir
y usted nace por todas partes
con su urgente color de lo adecuado

Ahora nos saldremos del hombre
pero no es verdad
estaremos sólo en la frontera
Sus hijos están advertidos:
la tierra hoy es más grande que usted
pero espérese no más a estar cansada

TODOS LOS COMBATES


Un día despertamos y era duelo acogimos
el río que menos nos apagara las manos
hicimos alojar en hierbas imposibles
a las bestias que nos habían imitado la cara
y el cuerpo fue nuestro mantel
la noche del sacrificio Cinco siglos
a lo menos caían desde heridas
a las que dimos nuestros nombres
Entonces escogimos la verdad la partimos
en puñados capaces
de llenar un diente sin eternizarlo

Ah mujer es buena la álgida tiniebla
que nos memoriza hoy
te pongo en la falda un nuevo niño
y una casa sin patria
de la que puede decirse que es ráfaga su sangre
sin temor a mancharse y que sus huesos
son tan duros y rojos
como un parto de muchedumbres


ENTRE DOS RÍOS


Para el próximo verano tendremos un secreto
y una familia cuyas bromas hablarán de lo posible
Nos escribiremos de la vida a la muerte
Entre gitanos no hay deseo sin maleficio
ni abuela sin lápida en la silla
Mira: cucarachas en el pelo
paredes con hoyos voladores
pájaros nocturnos de cabezas invisibles
sobre el azufre del tinglado
Meteremos al mundo en una caja
y cobraremos recompensa
Seremos nuestra propia estatua
o buscadores de guano en el azúcar
Ahora los juguetes envejecen
el suelo se ablanda como un labio
los gatos se convierten en vampiros
Nos llaman a comer y el plato rueda
hasta el fondo del patio donde la respiración
no llega

Todos saben lo que pasa
menos los vivos

Nosotros volvíamos a media tarde
y al llegar no éramos
sino nuestro propio espectro




CRÓNICA CON SANTOS DEL DÍA


Hoy no hubo torta ni canción
ni nubes al fuego al jugo
de la distancia
(Probablemente el tiempo pese menos ya
que nosotros mismos)

Cuando sólido venía a lugares amarillos
Hice días de amor en las colinas la corría
con millones de pupilas me dormí
con un sol chileno sobre la nuca
aunque nunca pude hablar en lengua madre
Dejé mi huella colgada sobre el hombro
Quise tener el bautismo de un verano
y un refugio con celda interminable

Hoy no hubo luz ni palabras con labio
(Probablemente ni siquiera noche haya)
Mis propios minutos aman su piel
más que a mí mismo
y aprietan bajo su risa mi boca verdadera



EL ÁRBOL TRAS EL BOSQUE

Yo quisiera que tu estómago no fuera de juguete
y hablar sobre las huellas de la blancura
cuya mitad imaginamos
Hay un río de cada uno desapareciendo
nuestros dedos
mientras tu piel dice que el cielo
es un color que podría besarse

El hambre hace ver países por todos lados

Un hombre camina es pisado en in pie
-no sabe que los pies ni vienen solos-
y esos son momentos que los dioses ya no gozan

Un día tu calle olía a muslos herejes
ese espantoso
verano en la ciudad nosotros
dispersos en la inanición -doblemente desunidos-
buscando eñ refrancito que nos puedan reemplazar
cuando hambre y sur nos reproducen en ausencia

La brevedad que te envuelve
multiplica mi distancia,
pero yo escribo para que todo sea aumentado


INFORME SOBRE ALEGRÍA


Esto debiera ser un pensamiento tuyo
pero sabes que en un pensamiento tuyo
cabe el tiempo que resta a nuestras vidas
Como tu boca se fue de entre mis dedos -esa boca
tan pequeña que casi me tragaba-
tengo mi casa todavía más abajo
y el jugo de mis días gotea en el borde
Tendrías que verlo el aire caliente
que sale del fondo de la tierra
hace con ella un puño contra mis palabras

Hay pesadillas que se roban
a los niños Religiones
que por amor hasta podrían matarnos
La belleza -igual que la miseria- existe
porque no alcanza para todos Yo que soy
el padre de los hijos que no tendrás jamás
entiendo de estas cosas

Ahora se vence lo profundo
y qué real parece el amor
frente a la medida de su vileza

Nuestros zapatos eructan de sopor
Caminamos por calles con soroche
que extrañamente aún no nos han robado

La vida
es cada vez más y más alegre


JURAMENTO DE FE


Cuando me vine de allí no existía
la lluvia Esta era más bien la crecida de un río
que pasa sobre las casas del pueblo
aunque las casas eran hombres con caparazón
y los ríos mismos no eran sino nubes subterráneas
Los hijos podían contarse como mazorcas
vaciadas a la umbría del cielo
y el cielo era el dorso de la mano
Dios pastaba se apareaba con sus súcubos
en una pradera órgano de él mismo
(de tanto en tanto una parte de él
era muerta a palos para servir de alimento)
Los peces morían al salir de la boca
y las cañas germinaban con piel en el penacho
Los naturales no bebían el agua
en el tiempo de cría de los seres del agua
y ninguna persona ni hombre ni mujer
decía ver debajo del agua
La otra vida allí es una enfermedad incurable
pero entre gente tan sana se está a salvo de
esas cosas

Cuando partí era el tiempo en que dentaban los niños
Era costumbre recibir el primer diente
con un acabo de mundo


YUPANQUI (1908)


1.- La salud del árbol que no llegó
el grito donde viven millones
un hombre crucificado sobre su espalda
aguardando vida como por sentencia

2.- Yo di pasos sobre un hombre Di camino
y le prometí morir pero era yo mismo
hablando en mi contra lejos
de la traición de nuestra magia
Esta baguala fue escrita por nadie
-pueblos circunspectos-
para mí un hombre nacido tan viejo
como el dolor que debe curarle (Un hombre
no es tal hasta que la rabia lo practica)
Pero el silencio huye de los hombres
Yo lo vi
cuando no era silencio todavía
y preparaba su juventud en voces muertas
Es curioso esta baguala fue dictada
el año milnovecientosocho un día
cuyo amor no haré dos veces y que sin embargo
aún no cierro
Después de haberla destruido
un joven poeta la rehace

3.- En adelante yo viviré
o nadie habrá nacido



CEMENTERIO DE CURICÓ


No es por los próximos que ruedan cada día más alto
ni por mí que vivo en permanente anuncio
es la sombra siempre me convierto en ella
de tanto jugar al asedio Por el perfil
si de perfiles están hechas las pendientes
Porque de voz en voz pasan los años abundamos
nos partimos en cada sigilo libertad
y nudo en constante inocencia

Alumno soy de las ventanas oscuras
Leí mi infancia en el silabario de lápidas
donde cubrían mi apellido de flores desahuciadas
Ni Manrique en el umbral
ni la hierba consanguínea
es por la verdadera esfinge de la muerte:
todavía contemplo cómo cambia de sitio


VIVA EL FUEGO

La historia de los niños y la historia de los pueblos
todo se ve por el lente de lo grave
todo cabe en el sitio de lo muerto
Los huesos de la contaminación han puesto aserrín
para amortiguar nuestras miradas el invierno
frecuenta las espaldas susceptibles
pero nuestro negocio está a salvo contra todo
Si echa de menos los dos amaneceres diarios
contemplar el sol con panfletos ahumados
el año cero de la tristeza las lunas
reflejadas sobre el barrial
con un eclipse para cada familia haga salud
solamente salud a nuestro nombre
Nosotros ponemos el fuego
y usted se lava la cara con la ceniza que le pertenezca
Nosotros desplumamos el calendario
y usted recoge los días para fabricarse un par de alas
Todo debe pasar por aquí: es inútil
obsequiarse con versos de cemento
la arena nos hace un servicio más barato
En cuanto a vida privada
hasta aquí hemos sangrado de cara a la ciudad
Si denegamos nuestra piel
ha sido para proteger el alma multiuso
Pero si deseamos el tocino con gangrena
si la sinceridad nos lleva
a ponernos franela en las axilas
lo callaremos por respeto a los principios

Respecto al sanedrim comunista
siempre hemos dicho que todos los abuelos
encubren seres despreciables

Estamos en paz con nuestra dieta solo a veces
nos ruge espuma debajo de la frente
Entonces dejamos al pañuelo
con su gota de escarcha seminal
y corregimos de la barba el hollín acumulado
La fe en nosotros aún provoca becas y divorcios
-gracias
pero no siempre pasamos todo el año
acostándonos sin desayuno

Otra es que se nos seca la lengua
pero usted se santifica por cuenta propia


III
HECHOS OBJETIVOS




1

Ha pasado más tiempo
del que cabía en los minutos
y tener soles de razas distintas
es posible sin perder el esqueleto
Furia que en reposo ya era ruina
Sombras sin cuerpo a quien poner la ropa
Un oscuro monte me refleja
y como no podemos derrotarnos
nos dormimos uno sobre el otro

2

Nunca amé el álgebra ni el fútbol
Mi historia era un alimento negro
en el fondo de un plato inmaculado
Cerca mío se mataban de amor
hasta dejarse vírgenes del todo
Mil dioses me trajeron mil demonios:
la gota de hoy sobre la vieja gota
Una esperanza puede ser de piedra
-me decían-
lo importante es que sea imposible

3

Cumplíamos entre todos
la edad necesaria
para tener edad
y antes que la piel fuera un abismo
separamos sus poros en un sueño
hacia la orilla
Entonces nos dieron la noticia:
el último vivo de nosotros
llevaba varios siglos enterrado

4

Nos hablaban de huir sin los cuerpos
dejar todo
y nuestras vidas fueron más vidas que nunca
cuando vimos la casa en que nacimos
convertida en un puro deseo

5

Nuestras palabras no llegan todavía
hay que jalar con cada día del pasado
pedir auxilio en el jardín dar anticipo
por los planetas incipientes de la esquina
Tengo un pájaro en el puño
y estoy dispuesto a matarlo con tal
de no perder ni una de sus plumas
y para no matarlo lo libero y lo esclavizo
y para no perderlo lo esclavizo
y lo libero

6

No es necesario ir al sitio del suceso
ni buscar la máscara de entonces
ni volver a reunir los utensilios
Cada vez que volvemos de un viaje
con el equipaje incompleto
hemos reconstruido la escena



SECRETO A VOCES


En aquel tiempo yo era viejo todavía
Era esa edad en que la vida no pasa
y fogarines en la noche
eran el rastro de mi encuentro
Viví sólo después de ser herido
Una carta
atravesó el invierno por las olas de arena

y sin saber
si frente a la verdad
o frente a lo de siempre
vi a unos hombres bajar de la montaña
pero eran ángeles arrepentidos
y los seguí hasta confundirlos con locos
hasta tener una madre fruto de mi asombro
y de mi voz de madera por la noche

Me dormí la eternidad
y desperté al otro día
y era mi sueño una vertiente de semillas
devueltas por la tierra



CODA PARA UNA MILONGA NONATA
a Alfredo Zitarrosa

Anochezco a deshora encanecido de insomnio
grabando y regrabando mi tema hasta completar el acertijo
Mi memoria vara de una a otra ribera
aupando entre aguas enemigas un vaho de ambas
La misma estrofa nadie entona dos veces
Toda canción es inédita y todo cantor sietemesino
Qué nombre mío vive en todos esos lomos?
Qué vaso de quién llené vaciando mi vaso?

Algunas noches de paz
si es que las hay todavía
afino la prima en mi máquina de escribir
esperando un domingo que resuelva
el acorde disonante de la semana
llenando en la guitarra de escribir un cuaderno
con otro
hasta que en una vida quepan todas
y cada fin de frase es un borde reversible
y cada nota de cierre es una nueva cantinela

El fuelle de mi edad es un tenor de veinte años
cuyo eco madura en los cuartos de pueblo
Me alimenta la mano que alimento
en el pan de la idea
que por nunca ser la misma intacta se mantiene


PARA GLORIA DE NADIE

Tu hueso choca con mi hueso a la hora del domingo
hermano de saliva de una tercera y única pregunta
Otras veces rumiamos en espera del parto
una vieja canción de colores cambiantes
Hasta quedar sin aroma me relatas tu vida
movimientos que confirmo con cada uno de los míos
a la vez tuyos todos que de días extraños
con pasajeros del sur que son su propio equipaje
Pero vivir es tu deuda y la pagas con muerte
vas de salida a la hora en que ls puertas son de entrada
y en una mesa te espero con un libro de borrones
al que bajas la vista para dar vuelta la hoja


MARTIANO


Golpeado con zapato con piedra con garrote
-nunca se usa la mano cuando marcar la mano se quiere-
deslucido por la luz pero nadando entre dos luces
sin nombre de apóstol sin nombre de poeta
sin más guajira que una cuerda rota en la garganta
para el hombre que benigno es doblemente hombre
convierto en oro el carbón y me hago orfebre de lo negro
aplaco como el cid las fieras después de aplacado
libres versos y sencillos son la edad de mi mundo
no temo yo ni curo en ciudad o en montaña
aunque en la proa el viento una me vuelve a la otra

_________________________________________________________________________
En PIEDRA NEGRA (2009) se incluyó de este poema la siguiente variante:

MARTIANO
a Cristián Gómez


Deslucido, nadando entre dos luces.
Sin nombre de apóstol, sin nombre de poeta,
sin más cantiga que una cuerda rota en la garganta;
para el hombre que, benigno, es doblemente hombre,
convierto el oro en carbón y me hago orfebre de lo negro,
aplaco las fieras después de aplacado,
ni tan libres ni sencillos versos sino propios,
no temo yo ni curo en ciudad o en montaña
aunque el viento persiste en empujarme a las orillas.



PAPEL DE ANTECEDENTES



Por la calle del alba salgo a toda prisa
pero a poco andar
el hambre me da alcance
de carrera contra el cuerpo
contra la luz
en carrera
Me sorprende una vitrina
apedreada por mi rostro
me detiene un recuerdo de otro
en que aparezco
Sobre ruedas marcha el odio a terminal ninguno
me conducen en tan breve movimiento
que resulta interminable cada tramo
Será que no tengo salvavidas
sino muchas vidas que se coronan y destronan
Será que soy el miserable
que golpea a los niños
y les quita su dinero a las mujeres


TIEMPO DE ESCASEZ


Desperté buscando nombre a un sueño que no pude
recordar
del que sólo conservé un pájaro tatuado
en el pecho
Después vi a muchos hombres con esta misma
marca
hablando en tardes ensanchadas por la soledumbre*
de la cesura que cruje en el amor de los mares
de cadalsos que llegan en un amanecer con carabelas
Yo esperaba
el regreso del te en los pajonales
escribiendo en el polvo
con un fémur de rey
aún tibio
una y otra ciudad sobre la palabra sangre
goteando en otro idioma
Ciudad sangre me parece oír
y es mi propia voz que repite en lontananza
la destemplación* de los meses
las fases de la noche en cada luna
y me parece estar solo y
reconozco a millones
y cuando creo ver millones
estoy completamente
solo


______________________________________________________
*(sic)

PUENTE CIMBRA

A

Noches que llegan con cabellos de retraso
La noche real va por debajo de la piel
mientras un alba de hielo se pega a la tierra
Nada esperamos Nada matamos
Donde todo es grieta basta hilarse
propio a sí con la mudez de un puente
alto con la velocidad de una montaña


b


El tiempo es tan lento en este bosque
que se oye al reloj
arrastrarse en la hojarasca
Cada minuto es una rama
quemada por un sol distinto
Cada palabra que desaparece
abre un cráter humeante
entre las criaturas


c


Nos aferramos a la cantera en el agua Debemos
proteger nuestro cadáver
Si se dejan arrastrar -nos gritan de la orilla-
serán incubados de nuevo

d


A una vida de distancia del último verano
sólo en trampas -como el hombre-
y en sueños visible abundante
en razones, algunas aplastantes Fue
paso obligado de cecilia magni
y raúl pellegrini rodriguistas
de nacimiento
cuando huían de sus cazadores en un día de nieve
El nubarrón que se puso sobre ellos
era una voz desbocada Ellos pensaron
que se trataba de un camino



e

Avalancha de arcilla sobre el bulbo
semejante en todo a una vasija
se distinguen del huevo en que florecen

Sobre el nido del bulbo todo es gota
si se evapora con forma de lanceta

Pero pasa el aguacero y me pregunto
si el cúmulo es mi ritmo,
si la muerte
es un hongo pasajero

(He sabido que en el núcleo del bosque
la luz que logra llegar
germina)


IV
EPÍSTOLA A ERNESTO CARDENAL
(1992)

____________________________________________
Nota: Se conserva puntuación idéntica al original.

Bien se sabe que nacer es precipicio;
que un pecho, que una luz
es látigo
enhebrado en cicatrices, larvas dejadas a enfriar
sobre un lecho abandonado
Bien sabe usted que los pertrechos rotan,
usted, ni pícnico ni ángel, nadie mejor
para ser homenajeado con un beso a las espinas
Acabo de concluir mi relectura completa: ni un poema
cantable, ausencia absoluta de puntos suspensivos
“Y el lenguaje se venga negándose a comunicar”,
escribe usted
a Coronel Urtecho; “yo prefiero el verso
porque es más fácil para el pueblo”: con qué sobria admiración
me distancio de sus lemas.
En algún lado quizá alguien se reencarne. Quién
soy yo para dudar
que alguien sea capaz de atravesar las paredes
Pero las piedras tienen matriz arborescente
y en este mundo no hay otro para desenterrarlas

La Revolución quebró. Yo hubiera querido
soñar con azucenas
la noche de este lecho. En cambio tiré
unos versos
febriles, en el sentido pesado
en que los días caen, me tendí sobre el prado
a ser traspasado por los brotes
y sueño con vientos como hélice de helicóptero
y volcanes hormigueros
hasta que cae un arco iris sobre el lago
“Son iguales la real y la irreal” cuando reflejo
mi cara en las hondas de la orilla. Usted no creerá
pero estoy seguro que no le pasó lo mismo

Cuando pequeño me estiraba el prepucio
antes de dormir
hasta sacar otro yo de adentro, hablaba
sobre dioses de raza prohibida y cielos caducos
pero salí de un túnel amuñada la boca
El cuerpo erguido pero despoblado
Los días no son más que movimientos
en contacto urgente,
las diferentes texturas del silencio
que van acumulándose
¿Qué esperaban ver los cargadores, qué clamaban
los nietos del maíz americano? Espirales ilegibles
traducidos en alfabetos para ciegos. Maquinaria
de nuestra ceremonia hambrienta. ¿Y por qué
no la prosa en vez del verso, por qué no
la compraventa en lugar de esta manía autista?
El auditorio merma y persistimos
en dirigir
la voz a un punto ausente, la mirada
perdida en un juego de alternancias. ¿Dónde dice
que habrá duelo, donde
que escurrirán los otros, nosotros
donde estallaremos?
Se me sugiere probar con la novela, no hay cauce
a saber, no hay lecho para el curso de lo negro
Yo buscaba la fisura
y di con un llanto de siameses;
el gesto fronterizo, sueño o locura de
nuestra conversión, lo que queda
es un aire saturado,
un temblor apenas compartido.

Usted ya tiene sangre suficiente
para saberse el primero de su sangre. Acá en Chile
es epidemia subirse al anti olimpo
y un concurso
es el amor del poeta.

Entre los estupefacientes alaridos
de más convincentes predicadores
arrendamos la corbata
para ir a nuestro propio sepelio

Se despide su hermano en el fastidio

Leonidas Rubio

EL RAZONABLE EQUÍVOCO DE DIOS. Sobre la poesía de Enrique Villablanca

por Leonidas rubio


Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna.

Anónimo sig. XVII




I.- Poética de la transubstanciación


Algo de la levedad a la vez que intensidad de la poesía mística tiene el discurso poético de Enrique Villablanca. Sobriedad, concisión proverbial, laconismo de sentencia, no por artificio retórico, sino por la relevancia que cobra en esta poesía la dimensión ética. En efecto, su escritura procede de un estado de ser que es a la vez una preceptiva, una conducta y una aspiración al ser integral entendido desde la carencia, desde el dechado inalcanzable. Si hubiese alguna matriz filosófica para la breve obra de Villablanca estaría en la línea de un Séneca, un Marco Aurelio o de ese anónimo sevillano que dirige su Epístola Moral a un -para nosotros- hipotético Fabio. Es un estoico. De ahí su afinidad con el hermetismo cristiano de posguerra, preferencia que señala por sus citas recurrentes a Ungaretti y Quasimodo pero también a su Montale implícito: un decir la palabra poética a partir de la austeridad, la emotividad contenida, la metafísica de lo cotidiano, una suerte de simbolismo de la razón impura, un enunciar desde la tensión del ser y el decir que es a la vez relación entre ímpetu de realización frustrada y voluntad de expresión fallida; un balbuceo armónico, un deletreo organizado; un espetar y un farfullar sublimado en tenaz oficio de estilista.

Hablante escéptico de las virtudes del ritmo moderno -sin por ello renunciar a una imaginería urbana- se pronuncia desde su individualismo a favor de los espacios íntimos, la recuperación del silencio elocuente, la convivencia con los objetos en un diálogo que por familiar no huye del conflicto, antes bien, lo participa en un juego de recreaciones mutuas, de reintegración compartida o mixtura de signos cruzados. Así por ejemplo en "Camisa" (cito siempre a conciencia de que citar es violentar un poema) ocurre que “El alambre tiembla en ondas grises. / La tarde se ensucia. Se abotona. / La camisa gira mansedumbre / y dentro del humano lienzo / yo domesticado / goteando la condena”. Elijo cuidadoso el verbo para anunciar los eneasílabos quebrados de esta pieza maestra: en los poemas de Villablanca las cosas ocurren, son capturadas en pleno suceso, como congeladas. Los textos siempre sucintos son reflejo de un detalle del devenir, una detención repentina del flujo de ser en una dirección de persona a objeto, de adentro hacia afuera, de sentido a símbolo. El tiempo de ocurrencia de estos poemas es siempre el presente. Su hábito es la fragilidad del instante en una fórmula que no se limita a la vía contemplativa, sino que integra el mundo cantado en una precariedad compartida, ritualizada a partir de la comunicación mimética. Poesía por eso de síntesis, condensada, encapsulada. Antibarroquismo que procede de una perplejidad ante pequeñas catástrofes al paso, que confluyen a evidenciar el progreso de la muerte y la denigración en un proceso inverso al desarrollo de la conciencia, en una oposición cuerpo-espíritu, en un estado de penitencia que involucra a cuanto acontece, que en-torna, que induce un tras-torno significador donde los cuerpos son sorprendidos. Así por ejemplo la camisa colgada en un alambre deviene sacrificio, el cuerpo de tela deviene estadio en el tiempo y luego cuerpo humano: la tarde sucia que hubo que lavar, colgar y abotonar; la camisa se dejó colgada puesta, con su hombre adentro. No otro yo que un sujeto pasivo y luego hablante debe terminar la acción por ella, debe gotear la mansedumbre que en feroz metonimia resulta ser la domesticación en primera persona, que provee y ejecuta la condena. Texto representativo este de "Camisa", modélico de una poesía que suele construir así un microargumento. En pocas líneas desenvuelve un episodio donde los sentidos se van acopiando, sobrentendiéndose, arrastrándose progresivos en una extrema economía lingüística.

Poesía, por cierto, también del hastío, de hartura que no es saciedad sino renuncia a fuerza de tedio ante un panorama que se vuelve incapaz de propiciar expectativa alguna como no sea la de una total decadencia. Le falta, por tanto, un elemento capital para el pleno estoicismo. La poesía de Villablanca no consigue la plena conformidad. Su ocupación central es el desarraigo, el dolor sin paliativo de un abandono primordial que conduce al ascetismo como conducta límite, no tanto por opción como por intento de resignación. Ocasionalmente se deja impulsar por un módico optimismo, para ponerse en manos de algún designio insondable que se insinúa superior, como en "Ratas": “Detén rata, tu obra roedora. / Carne soy. Ni tuyo ni mío. / Sólo del viento que tiembla en los rosales”. Aquí y de pronto por allá en escasas pero notorias piezas, ya se aspira. Pero es apenas despedida, con intención equivalente, de nuevo, a la de aquel sevillano del siglo XVII que eligió no preservar su nombre y se retira de su mensaje con palabras de evasión por desengaño y a la vez por aristocracia de espíritu: "Ya, dulce amigo, huyo y me retiro / de cuanto simple amé: rompí los lazos; ven y verás al alto fin que aspiro..." (Epístola Moral a Fabio). Pero aún esa aspiración en Villablanca es mensaje no correspondido, acaso seguro desencuentro. Su recepción en cambio es un fin en sí mismo, al menos un accidente que traspapela el golpe de la fatalidad, como puede verse en un epigrama que casi parece dentro de aquel género minimalista japonés que tan hondo caló en nuestra cultura, el haikú; la pieza "Amanecer", anunciadora de prodigios, pero gozosamente consumida en las tres líneas de su cifra: "Alguien dejó olvidado / en mi ventana / un canasto de silbidos". ¿Quién? ¿Y dónde se fue el olvidadizo? Una cosa es clara: el silbido es una forma del llamado, por tanto el canasto casual no requiere destino, aquel que llama, huye o se esconde, no consuma un contenido de su invitación sino que su mensaje se realiza en un anuncio: el amanecer, pregón de su propio acontecimiento. Habrá de bastar con eso.

Hay otro elemento en el discurso poético de Villablanca: es un decir fragmentario, con ciertos rasgos de insinuación mordaz, tentado a declarar la moraleja pero escurridizo de ese estilo, siempre al filo, con la insidia a un tiempo que indiferencia propias del iluminismo. Se expresa en "S.A": “Hombres sentados / sobre ceros / en febril actitud de empollarlos”. Ironía de risa entrecortada, como en el oxímorom final de "Bares": "despilfarro de tristísima alegría". En ese mismo texto se nos ofrece otro rasgo de esta poesía. En la primera línea una sola palabra es analogía y neologismo al mismo tiempo: "Machodumbres", por compresión de "macho" y la "muchedumbre" integrada de ellos. No es periférico en la propuesta del poeta este recurso. Las palabras creadas aparecen como empujadas por la urgencia, resultantes de un lenguaje exprimido. Así en "Bueyes" el hablante bala "empezuñado"; en "S.O.S" los pájaros sobrevuelan "desnortados"; en "Ranas" no se oye croar a poetas sino a "escricharlatantes"; en "Pesebre" el hombre y el asno están unidos "hermanamente"; en "Calabaza con frutas" la cucúrbita en su aparecer voluptuosa lo hace "morenamente". Opresión del habla y del sentir al centro de una vocación de cronista larvario, que sólo detecta la problemática en lo que enuncia. En el último poema citado, por ejemplo, al situarnos en el taller del escultor Pedro Olmos se muestra al artista enfrentado "con ángeles y demonios / con la luz y las sombras...". Luego la figura femenina de la calabaza labrada en el lienzo protagoniza el milagro: "sale del cuadro, desnuda, / ilumina con sus pezones rosas / el ámbito sensual". Personificación alarmante que recuerda el riesgo dadaísta de la creación autónoma. Y en la proximidad de ese peligro el cierre del texto estalla en una paradoja: "¿Se repetirá el inocente acto del paraíso?". Al acto mítico que inaugura todas las desgracias, al acto con que el Génesis relata la pérdida de la inocencia de la especie paradisíaca primordial, lo presenta Villablanca precisamente como un acto "inocente". ¿Cuál será, entonces, su consecuencia, despojado de todo su peligro en el momento exacto de conducirnos a él? Y luego, en otra inquietante arista del cuadro: si el "acto del paraíso" fue cometido por la primera pareja, éste, el del taller del artista, podría ser cometido por Dios mismo -el artista, el poeta- y su propia obra plástica, la Creación. Luego este Dios particular del "ámbito sensual" del taller es también el primer hombre, a la vez es su propio creador, el autor de su ámbito y su primer habitante. Afirmo que ese es el mérito distintivo de la poesía de Enrique Villablanca, lo que lo hace siempre nuevo y necesario entre las voces líricas de esta región del idioma, su rasgo de universalidad y de confianza en los valores permanentes de la poesía, su fidelidad a sí mismo: elabora su transfiguración de la materia enunciada con el mínimo de movimientos, coincidentemente al mínimo de palabras. Lo hace no con prisa sino sin pausa, al modo de un condenado al que se ha brindado un plazo mezquino para tratar su asunto. Escritura al límite en la experiencia de la declinación, con fuerza menguante, en asomo de enmudecimiento, contra el tiempo. Y sin embargo libre de ser mero registro de una contingencia física que coincide con ese estado de deterioro, porque la poesía no es un producto orgánico que resulte de un buen o mal trance. La poesía de Enrique, como toda poesía, es resultado de una toma de conciencia del mundo, sus correspondencias y sus quiebres, el mensaje oculto de las cosas que serán pasadas por el cedazo del entendimiento para su transmutación. La poesía de Villablanca es el rastro de un apetito desesperado de eternidad, que sólo es satisfecho con la urgente corrosión de las cosas. Poesía minimalista, decíamos, y retraída, entonces, a saberse rezumada por la lucidez que otorga una herida, cuando se pre-siente la precariedad del ser con toda su patencia.

II.- Poética de la bipolaridad


La poesía de Enrique Villablanca es una eclosión tardía. Su primer conjunto se hace público en 1995, es decir, lo edita después de sus 50 años. ¿A qué atribuir esa reserva? Lo desconozco. Para fortuna nuestra los poemas lo sitúan al margen de cualquier generación y rompen todo esquema de encorsetamientos académicos en cuanto a épocas y corrientes literarias. Es decir, depuran la recepción. Este efecto venturoso no impide que -como a todo poeta que merezca ser tratado como tal- se le apliquen interpretaciones, se le rastreen estructuras internas, influencias, propósitos; se le curiosee en definitiva, aunque sea en la forma alevosamente libre y subjetiva que tiene, por ejemplo, este ensayo.

A partir del hecho coyuntural de que Villablanca no publicara sino hasta su madurez puede sugerirse un ángulo de vista para un rasgo de su poesía que se hace evidente también en sus intentos críticos y, me temo, en su propia vida. Constatemos ingredientes: desde su juventud se interesa por la poesía, la escribe sin publicidad, cautelosamente, la corrige, a menudo la destruye. Esto sería una opción de intramuros, de retiro. Este período de su actividad poética, el más largo, es paralelo a su ejercicio docente y a su mayor movilidad social. Luego cesa en su actividad profesional y se dedica de lleno a la poesía y el menudeo cultural, paralelo a ello, su salud se resiente producto de un menoscabo en su sistema neurotransmisor, cuyo resultado es una parálisis progresiva. Es el momento en que afina y publica los poemas que se incluyen en esta antología. Es la opción de extramuros, paradójicamente adoptada en un período de incapacitación física. Estos dos ciclos que operan en su vida se trasladan a su poesía en una relación de dualidad tirante. Podrían señalarse con los binomios "salud-silencio" y "padecimiento-expresión". De igual modo en su breve obra se advierten dos voces, una que habla desde el ethos y otra que lo hace desde el pathos. Ahí estaría la danza fluctuante de esta poesía, el péndulo de su temperamento.

Al comenzar estas líneas me permití hablar de "dimensión ética" y estoicismo en la escritura de Villablanca. Agreguemos pues que el ethos, según la inveterada retórica, no excede la buena costumbre, el hábito natural, consustancial al individuo en su ágora. No es una proclama ni una vociferación moral, es el ánimo reposado de las buenas gentes en su simple flujo sucesivo. Si se transforma en doctrina a partir de los éticos para devenir en estoicos y más de algún cínico circundante -en el sentido de un Diógenes de Sínope- lo es precisamente desde la descomposición de los hábitos. Quiero decir que el comportamiento ético no se advierte en su naturalidad unánime sino en la diferencia y en la ausencia de él. De ahí que los cínicos de Diógenes se pronuncien por el desprecio de las comodidades en medio del imperio de la opulencia y el abuso de las convenciones vueltas mera estructura para el ejercicio de jerarquías sociales. Su contrapartida anímica es el pathos, en cuanto a éste le sobreviene la euforia, la irrupción emotiva que busca conmover a la audiencia, sacudirla y en cierto modo influirla y estremecerla a partir de la pasión desatada, al descubierto. Es el estado del héroe trágico, del profeta, del iluminado. Cuando adopta (y no es infrecuente) la impostura y la afectación -la pose- deviene en lo peripatético, es decir, lo patético de la periferia, lo inauténtico. Es el actor exagerado, que sobreactúa y nos resulta molesto e inverosímil, nos provoca esa rara incomodidad: la vergüenza ajena, una forma piadosa de la empatía. Por otra parte los estoicos en su ética cultivan el abandono y la apatía, es decir la a-pathos, lo sin-patetismo, el dominio emocional, la templanza, la indiferencia a los estímulos. Suponen que al anular el placer anulan también el deseo y luego el sufrimiento mismo. Otro tanto se dice en la doctrina budista, en asombrosa convergencia de cogniciones más allá del tiempo y las fronteras. Ideaciones de perfección prodigiosa en inversa proporción a su eficacia: siempre prometedoras desde el impulso fallido.

Volviendo a Villablanca, si es que nos hubiésemos apartado, su ethos se apoya en una mortificación moderada: la pasividad ante el deterioro, el pietismo resignado, es decir, la llana apatía. Está en el transeúnte que circula lento frente al espectáculo caricaturesco de las turbas buscando comercio de placer en un "sábado de cacería". Lentitud apática, serenidad, sencillez: ethos, como el "Baño matinal" en desnudo impúdico (¡Diógenes!), la puerilidad de evocar cuchicheos en los sonidos de los utensilios, lo lúdico en una sombra que se contrae, el amanecer avisado con silbidos que nadie más oye, el agua resbalando por el cuerpo retrotrayendo edades, las ropas como fierecillas domadas que se echan no a los pies sino entorno: ethos. Los limones sobre un mantel blanco, su forma sugerente, el roce del tacto sobre ellos como sobre una piel, el rubor de descubrir en el silencio que los extremos del ácido fruto son similares a pezones, los objetos y las emociones en plácido equilibrio: ethos. Al aludir el sutil erotismo de esta "Naturaleza viva" cabe mencionar la persistente falta de alusiones al tópico del amor en la poesía de Villablanca. Preparados ya por su discurso hecho de expresiones tanto como de omisiones, silencios y reducciones métricas, podríamos decir que el amor es el gran aludido tácito de esta poesía, presencia en base a una sistemática ausencia que no deja de ser provocación a sí misma, una suerte de exorcismo. A falta de menciones expresas al amor en la obra de Enrique dejaré constancia de dos líneas tomadas por éste de Roque Esteban Scarpa, que nuestro poeta copia en un artículo dedicado al libro "Mortal Mantenimiento", en el que concluye así:

"Dos versos magistrales resumen la esencia humana del amor:
'Sólo existe para siempre un amor que nos hiere'
'Con el amor hay que morir a solas'".

Las líneas son elegidas y presentadas de un modo que es también apropiación. Contribuyen entonces a lo que vengo diciendo sobre la ética de Villablanca: amor silenciado, amor expresado a través de palabras ajenas, modestia, luego, amor-herida, amor-muerte-soledad: ethos irreductible.

Pero de nuevo el otro polo, la compensación obligada de la balanza en este Abraxas del decir poético en comento. La compensación, ley hermética fundamental: de ella la alquimia, el dualismo, el conocimiento. La mirada de ángel rebelde, la belleza gótica que revela el ángulo no calculado, la escritura en el espejo, la otra orilla, la realidad paralela sólo captable bajo otro prisma, otro enfoque, como en aquella "Fotografía" donde la cámara revela paisajes putrefactos y "manchas ratas": pathos. Aprovecho de confirmar esta figura en la tercera línea de "Fotografía", habida cuenta de cierta homofonía que se suma a su rareza y la hace sospechosa de error tipográfico. No, no se trata de posibles "manchas rotas", como lo confirma mi ejemplar personal de "La casa abandonada" que he tenido a la vista para mi trascripción, el que está corregido en la sección "Vacíos" por su propio autor sin alterar el mencionado verso. Se trata pues de manchas ratiformes en su ser grotescas, si se pudiera decir, y a la vez manchas roedoras, entonces corrosivas, capaces de apoderarse del paisaje al borde de su fuga, en la "axila de la noche", esto es, acción de virus ab limitem, morbo in extremis: pathos. Es la calavera que se anuncia en el hojeo de un libro donde las palabras se apropian al lector-hablante-autor que extravía su cabeza "aireado de luz" y, como asaltado por un vértigo, olvida su identidad en una lectura que podría ser la de su propia imagen atrapada en un espejo: pathos. La misma figura cadavérica que invade una esquina y usurpa la sombra para dejar al sujeto vacío en su horma, como antes fue una camisa colgada o una silla vacía; esa muerte que los medievales ilustraban con una guadaña y un cayado negro, aparición de cabecera de agónicos y condenados, proyectada desde el propio sujeto, desde un adentro arduo y oscuro con el que se debe convivir. Esa cohabitación con la muerte es la palabra extenuada de Enrique Villablanca, brevísima por sanada de espanto, habituada a los márgenes del sentir que nutren el decir, su conducta, su opción de soledad y aprendizaje, silencio, asfixia y urgencia que devuelve serenidad, como la resaca de una ola: su ethos, su pathos en fluidez de signos.



III.- Poética de la aflicción


Me detengo en tres poemas fundamentales de Enrique Villablanca:

1.- "Imagen", en la sección "Vacíos" del libro colectivo "La Casa Abandonada", autoedición, Talca, 1995.

"Dios se equivocó conmigo. / Me hizo cuando estaba cansado o dormido": ¿Paráfrasis a Vallejo? Puede ser: “Nací un día que Dios estuvo enfermo, grave”, dice el peruano. También trae una cierta sardonia que lo acerca a un cultor del humor negro en la poesía chilena, como es Armando Uribe ("soy pobre como rata / triste como tía..."). Podría no ser antojadiza esta resonancia: Villablanca y Uribe tienen en común la aspereza y parvedad expresiva, así como el interés por los herméticos italianos, cuestión ya vista en el caso de Enrique y fácil de corroborar en el caso de Uribe al ver su ensayo sobre Eugenie Montale y al menos dos de sus poemarios: "El engañoso laúd" (1956) y "No hay lugar" (1971); entre uno y otro, el único que me gusta, lo confieso: "Los obstáculos" (1961), el libro más prolijo de Uribe, presenta piezas que por momentos se confunden con la poética de Villablanca. Propongo para el futuro la relectura de Villablanca, entonces, desde esa proximidad..., pero sin exagerar.

Decíamos: "Dios se equivocó conmigo...". Villablanca tiende un puente entre su propia imagen y un espejo que refleja a otros en ejercicio de rebeldía y conformismo simultáneos, apelando a una segunda persona implícita en la que busca reconocerse: los otros creados a imagen de Dios, de atributos ideales. La adjetivación detallada del hablante es el golpe que rebota en el espejo. Afecta al mismo Dios. Prevalece una autonegación de criatura burlada que intenta poner en evidencia a un Creador débil, como el niño vicioso que delata los vicios del padre. Pienso en un Dios que se hace comprensible cuando su drama de poder puede reconocerse en el acontecer cotidiano. No otra cosa es el mito crístico, el del catecismo y el de la herejía. ¿Es esto abusivo, sobre el poema de Villablanca? Con certeza la visión de un Cristo propio no le es extraña. Esta es su mística: la otredad. Un yo gemelo tortura al hablante porque es espectro, asedio, desdoblamiento. Está en sus otros poemas de “Vacíos”: “¿Soy yo el invitado / de mí mismo / que llegó a esta cena equivocada?”, dice en "El Otro". Y en "Bus", con ayuda de Borges: “Soy el otro o el mismo: / pie, mano, agraz ceja / que sube y baja del bus / y se reparte en máscaras / entre la bruma bulliciosa...” Otra más, en "Lectura": “¿Soy yo / o mi cercana calavera?”. Este fantasma plagiario es el prójimo en el fastidio de un ecumenismo impuesto por la sociedad de masas, pero tolerado en el esfuerzo piadoso. Es también el Hijo de Hombre, aquél que nace en el recogimiento extático demarcando un ego atribulado que logra abarcarlo todo desde su posición privilegiada de sacrificio: privilegio de cumplir un designio trascendente y posición de ascendido, de estar por sobre. Así en "Abril" el hablante-autor duda de la identidad del hombre en la cruz, se la atribuye: ¿Soy yo o tú el desamparado / sobre el viernes y el vinagre? / Arde el madero en olas de amor / que a mí me inundan. / ¿Quién soy en abril, próximo al milagro? /... / Y sigo mar de tumbo en tumbo / entre rocas va mi río...”. Entonces no es aventurado decir que ese Dios “cansado o dormido” no deja de crear “a su imagen y semejanza”. Perfecciona su obra en el error o en la excepción, concediendo así otro privilegio mesiánico que es a la vez destino trágico, cual es, cumplir una voluntad de trascendencia que se confunde con el martirio.


2.- "Rosa", en "Poetas del Maule. Muestra Literaria", libro colectivo, autoedición, Talca, 1998.

Otra recreación tópica, la rosa, eterno emblema de lo fugaz. Pero como ninguna otra aparición, la rosa es fertilidad y fidelidad. ¿Puede soportar tanto un signo? Así lo han creído los inspirados y ocultistas desde tiempos inmemoriales. En el desarrollo de la teología, solipsismo fundamental en la consolidación cultural de Occidente, entre los innumerables referentes paganos que va incorporando el sincretismo religioso e iconográfico cristiano a fin de perpetuarse, la virginidad mariana es expresión de la admiración por esa flor efímera, de un solo pétalo, que cubre el cáliz de la concepción, el himen, velo destinado a ser destruido -la desfloración- para enseñar tras esa oblación minúscula la corola abierta de la vulva. Al centro de una cruz, la rosa es el misterio de la vida recuperada. Así llegó a ser parte del emblema de una sociedad secreta en que la mística pre-cristiana y la alquimia especulativa se convirtieron en doctrina: los Rosacruces. Pero ¿hubo crucificado? La rosa no se pronuncia, es resurrección en sí misma y prescinde de cualquier vehículo. Cuando los dos maderos se cruzan, colisionan dos mundos, visible e invisible; es la posición del Hombre de Marco Vitrubio, la divina proporción de origen románico que durmió en la imaginería occidental hasta que fue redescubierta siglos después y se volvió paradigma de un fenómeno llamado Renacimiento. La rosa es reflejo de ese contacto cruciforme, “...ovillo de luz en el aire. / Aire en el aire, pasajera”. No es otro que el destello de la materia húmeda, cuando adviene la transfiguración de los cuerpos, la piedra purificada de los alquimistas, los mismos que en la antigua Persia modificaron un rústico arbusto de flor pentafoliada llamado eglantina -también escaramujo-, multiplicando sus pétalos. Pero hubo que pagar un precio: la semilla pasó a ser estéril. Si una rosa se obtiene por cultivo de la semilla resulta el agreste arbustillo primitivo que el atavismo genético guarda como una venganza. Las rosas ornamentales de cultivo se obtienen por sistema de esquejes, esto es, varas separadas del original que se entierran formando un nuevo individuo. La rosa, entonces, es el Eros que no puede ser consumado, pero rebosante de potencia. Su fertilidad es inalcanzable, no admite fecundación. Dice Villablanca: “Pienso en su sellado silencio / sombra y condena”. Es el amor intransitivo, nunca resuelto, de Rilke, que escribiera para su epitafio: “Rosa, oh contradicción pura, / delicia/ de no ser el sueño de nadie / bajo tantos párpados”. Revelación hermética, huella efímera que acumula esplendor en un acto suicida: la flor abre sólo para deshojarse, es decir, muere de su belleza. La flor que Coleridge imaginó recibida en un sueño por un hombre que al despertar la conservaba en su mano, y sin embargo, tras el prodigio, deberá perderla; antes bien, se hubiera conservado increada en el sueño. Mirada que todo lo capta pero en nada se deposita, es también emblema del platonismo tardío cuya cristalización eximia es el romanticismo de un Hölderlin o un Novalis, un Nerval o en nuestra lengua, un Bécquer. ¿Enrique Villablanca un platónico, un último eco romántico en los agrestes parajes maulinos? Que lo responda él mismo, hablando a su rosa: “Vivo. Vives presurosa. / Soy tu instante” ¿Hay prisa en realidad? No, porque el milagro se renueva en cada floración. O sí la hay, porque cada rosa es única. Y más allá de toda metáfora, una obsesión que se viene recreando acaso desde la invención de la metafísica y que también tocó la palabra sensible de Villablanca: la palabra como resistencia a la fugacidad. Y aún otro vislumbre: la rosa como emblema de delicadeza corporal, plenitud precaria del cuerpo que esplende para agotarse tras el clímax. Por tanto, enunciación del conflicto de Villablanca, en cuanto poeta y en cuanto sujeto, con la sexualidad, con los roles prestigiosos de la masculinidad convencional o patriarcal, que no fue la suya. La rosa, emblema de la sensibilidad, de la ternura, de la integración de polos en la persona más allá del género, como guiño de la eterna danza del ánima-ánimus, siguiendo el consistente postulado de Carl Jung: la rosa, flor andrógina e infértil que estalla de belleza.

3.- "Poética", fuente ídem anterior.

Las poéticas son un género declarativo, una confesión de aspiraciones programáticas; son la proclama de lo que se presume como leit motiv de la propia escritura, pero más a menudo son la influencia que se desearía tener. Enrique Villablanca sabe que la voz lírica que ofrece, pese a estar privada de parentescos inmediatos en la poesía de su ámbito regional, está lejos de verse libre de arraigo en la poesía universal; aún más, no desea eludirlos. Delata -presume o desea, insisto- un estilo residual, a base de retazos y desperdicios, "hierbas que otros botan" para su recolección sumisa. Con esas hierbas-versos-temas-historias-símbolos el autor elabora, “alimenta metáforas de barro". No obstante, su oficio de herbolario-alfarero tiene un contrasentido: se apropia signos ajenos, pero no consigue modelar con ellos su vasija. Para poder prodigar obra propia debe privarse, automutilarse. De nuevo la penitencia, acaso expresada con esta fórmula:

Recojo hierbas [pero] me corto la lengua.
Alimento metáforas [pero] me corto un brazo.

Esta filiación eucarística que ya divisábamos en "Imagen" es la huella de un secreto, una vocación contemplativa y autosacrificial; no es fe de iglesia alguna, aunque Villablanca era -esto es ya extraliterario- un católico observante en compatibilidad con la mística librepensadora y casi panteísta de su poesía, para beneficio suyo y alivio de los que como yo, sean sus lectores agnósticos. El sacrificio lírico de Enrique es un dar vallejiano, desde la pérdida. Pero tampoco es la entrega ciega hacia un prójimo sin rostro, perdido en la turba. A ese rebaño lo repudia como a torpes "Borregos": “Regresan al redil: fulanos”. El festejado del hablante es un yo que busca ser autosuficiente más allá de sí mismo, hasta el dolor: la lengua desprendida para la plenitud expresiva, "para que hable por sí misma"; el brazo cortado para la ejecución de la obra, cuya consumación fina es una señal, una nueva indicación en "el camino" por donde transitan otros, esa otredad de la que se recogió materia prima. Es por tanto un despojarse para la devolución. A la vez summa cultural, acopio lírico. Decantación y acrisolamiento de una palabra que busca su sello de originalidad inmersa en su cadena de tradiciones.


IV.- Poética de la fatalidad


Hay un poema que merece ser abordado con atención minuciosa. Este es "Tres de la tarde", aparecido en el periódico regional Acontecer correspondiente a julio-agosto de 1999. Poema que Villablanca dedica a Emma Jauch a pocos meses del deceso de ella, por tanto, texto elegíaco allí donde los haya, atípico tal vez en el marco de nuestro autor por tratarse de una pieza extensa, de 103 líneas que alternan entre verso y versículo. Bajo el título se lee en paréntesis una advertencia significativa: "Al margen de Humberto Díaz Casanueva y Rosamel del Valle". En efecto, el texto concluye con un verso tomado de "El Sol Ciego", poema en X cantos que el primero -el autor de "El Blasfemo Coronado"- dedica al segundo -el autor de "Orfeo"- en 1965, a la muerte de éste. El verso recogido por Villablanca para cerrar su homenaje doliente es el mismo con que concluye "El Sol Ciego": "ayúdame [...] a reunir el resplandor del mundo”. Resplandor que no es tanto claridad como encandilamiento, relación forzosa con la desmesura de la luz, el imperativo del mundo, la otra orilla del ser volcado a lo externo pero sobrepasado por su brillo: un sol cegado por su propio albedo. ¿Para qué podría querer un poeta reunir semejante resplandor? Precisamente para ver el otro lado desde esa ceguera, asomarse a la cerrazón de la muerte donde mora el amigo como un recién llegado. Asomo furtivo pues, en refulgencia, a brochazos de sombra intermitente, como el parpadeo en el relámpago, con imágenes a intervalos. Así justamente construye Enrique su elegía. Por eso agregaba yo un tal vez a la atipicidad (que tiene y no tiene) de este texto, que no es tanto un poema largo como un conjunto de epigramas, un vitral, un mosaico verbal en base a tropos de diversa factura, niveles de habla, espacios, sujetos y tiempos superpuestos. No es un texto que llegue a desafiar la habitual parquedad de este autor. Oscilante entre segunda y primera persona, con vocativos discretamente intercalados que van interpelando en ambos sentidos, hacia el destinatario y de vuelta hacia el hablante, es con toda seguridad el texto más espontáneo de Villablanca, el más suelto y hondo, acaso su testamento lírico.

La relación de nuestro poeta con Emma Jauch era directa, en amistad de antigua data. A ella dedicó Villablanca un completo trabajo editado por la editorial de la Universidad de Talca bajo el nombre "Maulina", que incluye antología, un breve estudio, notas cronológicas y una entrevista. Según mi parecer en su escritura de examen crítico Villablanca se obliga a tecnicismos y a razonamientos canónicos; no se ve a sus anchas, si por tal entendemos la anchura potencial del lenguaje que en el sistema poético en comento consiste precisamente en la reducción de sus posibilidades, es decir, una anchura que en su libertad permite elegir la estrechez. Aún así, en el prólogo de "Maulina" inserta algunas pautas valiosas para la comprensión de su arte. Dice por ejemplo:
"El destino del poeta es deambular. Origina poetizar el mundo. La palabra poética se mezcla con el aire vivificador del universo".
Y más adelante:
"La casa como el agua o como el fuego nos permite evocar. Es el elemento esencial para la ensoñación. Sus habitaciones guardan los más ricos tesoros, tal vez, concentra la poesía en el espacio íntimo y sosegado".
También:
"El espejo de los propios sueños no miente. Soñar es acceder a la poesía"; "Se vive una sola vez y el tiempo dispone que seamos testigos de lo cotidiano, tal vez, lo único insoslayable a nuestra experiencia (...) La miniatura cobija lo grande".
Ideas todas que se intentan aplicar y justificar en la poesía de Emma Jauch, autora de una obra dispar, de méritos orientados hacia lo bucólico, obra en fin, fuertemente divergente a la propuesta de Villablanca, no obstante lo cual éste la apreció en la discreta magia de su simpleza, proyectando en ella el vitalismo que a él se le escapaba. Bajo esa premisa -es probable, no lo sé con certeza- nuestro Enrique inserta en su prólogo a "Maulina" un pasaje desconcertante si se intenta contextualizar en su práctica poética. El pasaje en cuestión dice:
"El poeta es expulsado del paraíso, sin embargo, él no encuentra en el mundo un espacio degradado o fuerzas hostiles que rivalizan con su intimidad, por el contrario, el universo es una suerte de descubrir la belleza que mana de las cosas. Como escribió Chesterton: todo pasa pero siempre nos queda el asombro de lo cotidiano".
Hay en esos axiomas una clave, la misma que está expresada en ese dístico ejemplar llamado "Acróbata": la conciencia poética es una visión de totalidad en permanente expansión. La obra de Villablanca es precisamente la huella del hostigamiento a la intimidad a partir de esa manipulación fallida del universo a través de sus objetos (camisa, silla, columpios, libro, etc.) convertidos en evidencia de una ruptura, ese antiguo exilio del locus sagrado en cuya añoranza erigimos el hogar como pálido amago de una eternidad usurpada. A la par es distinguido el don del dominio armónico desde su quiebre, representado por el antro alienante que se habita para la enajenación: el bus, los bares, el anonimato urbano. Variación del mismo compás, se presenta la animalidad como prolongación de las facultades vitales degradadas por la domesticidad gregaria: los bueyes, las ranas, las ratas. Quizás no en flagrante contradicción con lo expresado en su prólogo a "Maulina" pero sí en feliz divergencia, Villablanca repliega su ser para dejar hablar a los objetos y proclama su Et in Arcadia Ego a partir de la sospecha activa y la permanente nostalgia, por no decir melancolía. Ese estado de saudade, esa hipocondría del alma, es sabido, trae asociada -no tanto por mito como por perplejidad metafísica- la fama de hipersensibilidad de la percepción, extrema irritabilidad, sobrestimulación del razonamiento; la excitación elocuente aunque no siempre locuaz de los videntes. Es el "desarreglo de todos los sentidos" de un Rimbaud y también el desasosiego de un Pessoa. En el caso de Villablanca el resultado habrá de ser más condensado, siempre tendiente a la contención liminal de la asfixia. Desde allí, la máxima altura de su escala, el poema "Tres de la Tarde", su trato carnal con la muerte que, rilkeanamente hablando, incubaba-incubamos.

Un matiz anecdótico ilumina otra arista de este poema. Lo revelo porque no soy de los que desdeñan de lo biográfico como vía de aproximación a la poesía. Con frecuencia aquellos que desdeñan en público de las noticias personales son los más ávidos de entregarse al chisme en privado. Lo revelo además porque fui testigo y confidente del hecho: el año 1998 Enrique Villablanca padeció un agravamiento particularmente serio dentro de su dolencia crónica. Al salir de la crisis manifestaba "una percepción totalmente nueva de la vida, desde todos sus ángulos" (correspondencia privada). En una tarjeta de saludo a fines de ese año me escribe al margen "Estoy otra vez entre los vivos". En dramática sincronía, cuando Villablanca convalecía en la sala de una clínica de Talca, al frente de su habitación agonizaba la artista linarense Emma Jauch. Por razones obvias Enrique no supo de este fallecimiento sino varios días después. El producto de ese impacto detonó en él la maduración del poema que tituló en forma lorquiana, con la hora del óbito de su amiga. Su escritura fue plasmada en trance, como es pertinente al dictado súbito. Su autor me habló con frecuencia de la escritura automática de esta pieza, pero en ese punto reconozco mi cautela, no por desconfianza sino porque doy fe de la ausencia total de parámetros temporales en Villablanca durante el período que sucede a su crisis y precede por algo más de un año y medio a su propia partida. Bien pudo desestimar los plazos de la ejecución en relación a la corrección (intervenciones externas de por medio: necesitaba ayuda para la transcripción) y a la publicación de este texto.

Volviendo a lo puramente literario -si es que algo lo es-, cabe decir que el subtítulo además de advertir una afinidad deliberada y actuar como perífrasis epigráfica, es un guiño de complicidad estilística con el autor y con el tono de "El Sol Ciego". Recordemos algunos pasajes del comienzo del poema de Díaz Casanueva:
"...tu corazón impetuoso / para sostenerme / en el pánico / de la noche calcinada / Una pluma blanca / traspasando / la montaña que se desploma / entre nosotros // Rosamel ha muerto / ¿Muerto? / Atado de manos y de pies / nace de hielo / resbalando / en espantosos partos / sin fecundador (...)".
Líneas de deslumbramiento, sin retorno. Recordemos también algunas de las premisas de trabajo de este autor, a saber, tomadas de su texto programático llamado someramente "Poesía", fechado en 1934. Allí dice:
"Si en mí hay desasosiego y carencia de la suficiente claridad lógica que desearía, es porque he querido trabajar en los propios orígenes emocionales el pensamiento poético, ahí mismo donde poderes dionisiacos nublan la conciencia clarificadora hasta asfixiarla en la expresión, antes de que sucedan la ordenación y diferenciación lógicas. Pero no soy médium ni trabajo con técnicas surrealistas ni ultraístas, y soy consciente de lo que hago y puedo dar cuenta de cada imagen o idea poética y de la razón de su existencia. Confieso que me cruzan la angustia por la claridad y la unidad y la fatiga de un subjetivismo extenuador (sic)".
Estas y otras presunciones, amén de su persistente hermetismo, le valió a don Humberto que se le endilgara una excesiva etiqueta filosófica, al punto de insinuarse que su poesía era una suerte de deformación profesional, dado que el poeta era Profesor de Filosofía y sonado discípulo de Heidegger. Por otra parte, el inspirador de "El Sol Ciego" es el multifacético escritor Rosamel del Valle, pionero del vanguardismo en la poesía chilena con una obra que consolidó la mirada metafísica hasta sus últimas consecuencias, plasmada en una docena de libros esenciales. Ambos, Del Valle y Díaz Casanueva cohesionaron una complicidad que es casi institución en las letras hispanoamericanas, al punto de ser nombrados siempre como dupla ineludible, donde el nombre de uno suele traer el del otro, no obstante el desarrollo de sus propuestas entre sí heterogéneo, incluso considerando un diálogo permanente entre ambas obras. No es el caso detenerse al detalle en estos nombres, pero la digresión es útil hasta aquí, si no me equivoco, para volver a "Tres de la tarde" con una certeza: sus sintonías y voces circundantes lo acusan como el gran texto de la traslucidez visionaria de Enrique Villablanca, no para disminuir al resto masivo de su poesía, sino más bien para reasignarle poderes y sentidos a cada palabra suya.

Que Villablanca estaba familiarizado con la experiencia paranormal de la poesía y el lenguaje hermético, queda demostrado en un artículo cuyo título es "Jerónimo Lagos Lisboa, desarrollo estético o poeta del amor y la nostalgia", aparecido en el Nº 1 de la revista Rayuela, publicada en Talca el año 2000, donde nuestro autor desliza este párrafo:
"La palabra poética se funda en el instante mismo en que entran en contradicción la lógica cotidiana y la lógica artística. Nueva ordenación de imágenes se intuyen en el sentido de la expresión más que de la comunicación".
Es idéntico al espíritu de las declaraciones de Humberto Díaz Casanueva transcritas más arriba. Y para mayor abundar, en este mismo artículo que he citado se pueden leer en ubicaciones distintas dos variaciones de un enigmático aserto que al examinarse con detención se revela fundamental. En la primera dice "El arte es clave... la existencia es ruido"; en la segunda dice: "En el verso el Arte es clave, la existencia... es ruido". Se hace notar la cadencia en el cambio de posición de los puntos suspensivos y el uso de mayúscula para "arte" en la segunda versión, modo que recuerda al neoplatonismo renacentista y aún más atrás en la matriz filosófica de Occidente, desde el esplendor cultural helénico hasta la más severa Edad Media, donde el Arte era entendido en el contexto del Quadrivium formado por la aritmética, la geometría, la astrología y la música. No debe parecer a nadie exagerado que se proponga la participación de estas disciplinas en la elaboración poética. Tampoco lo es afirmar que Villablanca nunca dejó de intuir una dimensión superior del conocimiento a través de la poesía. De ahí que escribiera siempre, bajo cualquier género, desde un estado de compromiso emocional que involucraba todo su intelecto, sin desconectarse de su pathos -ya decíamos-, amén de su sosiego como visión reflexiva de mundo, su ethos, si se me permite insistir. Escribió siempre para sí mismo, aun en los textos de intención pedagógica, siempre intentando recuperarse para su propio drama, habitar su tiempo y ordenar su espacio: aprehender el mundo proyectado hacia la vida y la muerte, acaso, como diríamos de nuevo mediante Rilke, de lo visible a lo invisible integrados en maridaje bien avenido.


V.- Saldos finales.

Que Enrique Villablanca no se encontraba a sus anchas en la crítica, como he dicho más arriba es cosa fácil de probar poniendo en contraste su obra poética y sus fuentes críticas, si bien es adicionalmente fácil advertir que Villablanca se sentía a sus anchas haciendo crítica, tal vez no por otra razón que ese inveterado orgullo culposo con que los poetas necesitamos de vez en cuando entrar en el imposible debate de la literatura comentada, o sea, ese hábito del monólogo academicista que intenta justificarnos en el prestigio, toda vez que el poeta sólo desde la crítica adquiere la unción de escritor propiamente tal, como si necesitara probarse en algo más que en la mera obra creativa. En el caso de nuestro Enrique no hubo otro modo de entrar a la poesía como actividad formal que a través de los artículos de mayor o menor factura y disperso destino, si bien, quiero que no quede ninguna ambigüedad sobre mi opinión al respecto, él no fue otra cosa que un poeta.

Políticamente incorrecto en un tiempo de comodidades socializantes, poeta “momio” le gustaba a él mismo decir, si bien vio con agrado el accidentado pero decidido retorno de la sociedad a cauces de convivencia en tolerancia y con mayor agrado aún el fin de las burocracias totalitarias en el mundo a partir de la década de los noventa. No fue entusiasta de lo comunitario ni fiador de las organizaciones para la actividad literaria con más efecto socio-político que cultural: compartimos ese juicio. Ni siquiera se puede decir, en honor a la verdad, que se viese identificado en un segmento contemporáneo de la poesía de la Región: “Croan ranas. ¿Poetas?”. En cambio sí se sintió siempre identificado con el entorno histórico y geográfico del Maule, pese a haber nacido en Concepción, y contribuyó con adhesión entusiasta a definir ese estado de ánimo honesto pero discutible que se ha dado en llamar maulinidad. A modo de ejemplo que puedo documentar directamente, recurriré nuevamente a nuestra correspondencia personal, citando íntegramente una carta de Enrique, del 19 de agosto de 1998:

Estimado Leonidas:

Te envío un artículo publicado en El Centro Diario, el cual trata de establecer dos líneas en la poesía maulina. En eso estamos de acuerdo, es difícil señalar cual es el fenómeno de la maulinidad, tal vez la poesía tenga una explicación parcial en todo el entorno maulino. En la Antología Nueva Poesía del Maule, postulamos con Rafide que hay dos grandes líneas o tendencias, una es más allegada al paisaje y por cierto a la tierra y otro lirismo opuesto que sería el de los existencialistas. Entre ambas posiciones existen filtro para uno y otro lado. Te envío una muestra poética del Maule muy irregular, de esta muestra solamente cuatro son los que valen. Descúbrelos tú.

Te saluda tu amigo, atentamente, Enrique Villablanca.

Poeta al margen de generaciones y corrientes, de obra concisa que se debe atesorar como producto fidedigno de la fe en la palabra escrita como huella sobre el mundo y como ambición de trascendencia, marca de libertad y carga de vocación, afán inspirado y estricto oficio. Enrique Villablanca es un testimonio de creatividad tensa e intensa, castigada por su propia urgencia, amenazada por el plazo mezquino del cuerpo en veloz declinación, simultánea a la conciencia de su deseo y de su intelecto, que son los dones de los que puede valerse el hombre para inscribir su identidad. Volver a la lectura de Villablanca es insuflar aire a su batir de alas en la ceniza. Un magisterio disponible para los jóvenes poetas, siempre ávidos de diferencia. Un amigo resuelto e inmejorable para el silencio interior.



L. Rubio
Curicó, abril de 2010




I.- VACÍOS



(En "La casa Abandonada",
libro colectivo, autoedición, Talca, 1995)









Entre la flor que tomo y la que doy
la inexpresable nada.

(G. Ungaretti)






IMAGEN





Dios hizo al hombre
a su imagen y semejanza.
Pero soy torpe, tartamudo, tacaño,
tardío, cojo, gibado, paralítico,
peludo.
Dios se equivocó conmigo.
Me hizo cuando estaba cansado o dormido.




EL OTRO







Quiero ser mi hueso.
Mi esencia. Dios, lo mío.
Pero soy anécdota,
cuento,
sombra colgando
de una silla.
Rama de otro árbol.
Mortal de otro costado.
Lenguas anudándose a la mía.

¿Soy yo el invitado
de mí mismo
que llegó a esta cena equivocada?



BUEYES








Bueyes
rumian soledad
que siempre es mía.

Me voy
animal adentro,
babeando vacíos sueños;
consumiéndome en la paja
que masco y piso.

Y a trancos lentos, lento, curtido,
cabizbajo camino castrado
entre reses, al matadero.

El buey dice Mu
y yo repito mu empezuñado y solo.

¿Qué resta de mí
después del Mu abismal y hueco?



CAMISA





Enemiga del sol y amiga al mismo viento;
sacudiendo mojada blancura, la camisa
es puntada de mi sino.
Colgado así me observo
amarrado por puños,
conteniendo gritos de dolor;
suspendido entre cielo y tierra,
lleno de terror, de aire y de vacío.
El alambre tiembla en ondas grises.
La tarde se ensucia. Se abotona.
La camisa gira mansedumbre
y dentro del humano lienzo
-yo domesticado-
goteando la condena.




SILLA





La quietud inminente derrama nada.
Los vasos escanciados no se vuelven
a llenar con el mismo vino. Duele la rosa.
Y en mi lento atardecer
la silla espera complacida albergar nalgas,
bulto de paja que aún cuelga del vacío.
¡Humana madera serenada!
Soy menos cada día o más,
depende del número mortal de suma o resta.
Mi presente no anula la muerte.
Viviendo me entrego a la evidencia.
Vaciar el saco día a día. ¿Hasta cuándo?



RATAS




Ratas roen
mis nudos capitales
que desatará la muerte ratonera.
¡Qué temprano acuden los buitres a devorarme!
A sosegar mi pie todavía callejero.
Mi mano no merece llamarse izquierda,
porque no cabe en los puntos cardinales.

Hortensias funerarias, cielo vinagre,
corren por mi río que corre por túneles amargos.

Detén, rata, tu obra roedora.
Carne soy. Ni tuyo ni mío.
Sólo del viento que tiembla en los rosales.




SÁBADO







Deslizan apetencias sobre el vidrio
y dentro está la presa exhibiéndose
en lila, en verde, en impúdico amarillo.

Nubes de mujer o masculino barullo
acechan, regatean, atacan. Rumor de jungla o gula.
Y pasan velocísimos. Sábado de cacería.



S.A.








Hombres sentados
sobre ceros
en febril actitud de empollarlos.
¿Qué atesoran?
Tiempo huero,
escombro material.
Sociedad anónima vacía
gira en el cero universal
de la nada.





BARES





Machodumbres
concurren a bulliciosos bares.
Giran borrachos sueños
en estúpidos cristales.
Despilfarro de tristísima alegría.



BUS





El hombre
que va a mi lado
me anula.
Astilla mi cara
en muecas planetarias.
No soy yo el que ha extraviado
su oreja.
Soy el mismo que cambia de vacío.
El ojo cae en otro
ojo solitario.
Soy el otro o el mismo:
pie, mano, agraz ceja
que sube y baja del bus
y se reparte en máscaras
entre la bruma bulliciosa
de la tarde veloz.



BORREGOS






Borregos: idénticas caretas
muerden la calle.

La tarde amontona
sinos.

Regresan al redil: fulanos.
Manojos de balidos.

Rebaños, rebaños cierran la noche boba.








NATURALEZA VIVA








Limones
sobre paño blanco.

La luz esculpe
la forma ilesa de los senos.

Mis dedos espían –redondos-
la inocencia niña.

Púber, se agita el silencio.





BAÑO MATINAL





El día abre ventanas
nuevamente para mí.
Respiro luz. Las formas de las llaves
arrancan la niebla de la noche.
El jabón, risueño gorrión,
canta en mi pecho.
Espumoso en mi oreja
pía secretos.
Y el agua juega con mi sexo
y regreso a niño otra vez.
Y juego con mi sombra retráctil,
con mis ropas domésticas,
con la dimensión burbujeante
de este día regalado.



CIEGO






El sueño digital
se esfuma en oscuros laberintos.
Febriles cinceles garabatean
volumen neutro de paloma o piedra.
La palabra tienta
el color insomne de amapolas.
El concepto descubre un mundo sin rostro.
¡Intacto tú,
amarrado a tu sombra!

Exiliados los ojos
olfatean la luz
y chocan fatigados
en vano intento de resolver enigmas.



ESQUINA







Otros esqueletos
se adueñan de mi sombra.
No identifico mi muerte.
Caen ojales al vacío.
Estoy en otra esquina
esperando vivir.



LECTURA





Leí
y extravié mi cabeza
entre Saint John Perse: islas Viernes
y Cántico, aireado de luz
y la veo reflejada en los espejos de Borges.
¿Soy yo
o mi cercana calavera?



FOTOGRAFÍA






Intento fotografiar.
Pero la cámara vomita
manchas ratas.
Escenas. Paisajes
pudriéndose en la axila
de la noche.
Tiempo,
orgasmo de la nada.




S.O.S.




“Ojo agónico” del siglo
copia paisaje apocalíptico.
Sobrevuelan,
pájaros desnortados
de tristísimas plumas;
desdibujados adolescentes
en desesperados gestos de garabatear
en el aire murciélago:
S.O.S.



II.- LLOVIZNA Y OTROS POEMAS

(En "Poetas del Maule. Muestra Literaria",
libro colectivo, autoedición, Talca, 1998)








Y nosotros hechos de aire en la mañana...

(S. Quasimodo)








AMANECER











Alguien dejó olvidado
en mi ventana
un canasto de silbidos.



ACRÓBATA






Soy el acróbata de Dios
en un circo sin redes.



RANAS





Croan ranas.
¿Poetas?
No. Escricharlatanes
en medio
de ilusorias charcas.






POÉTICA





Recojo hierbas
que otros botan
y con la robada retórica
alimento metáforas de barro.

Me corto la lengua
para que hable
por sí misma.

Me corto un brazo
para que señale el camino.



COLUMPIOS





La tarde desordena
niños
en patios interiores.
Van y vienen a mí,
remolino de risas
en el azul del viento.
Pero la infancia
se descuelga
de ágiles columpios.
Se separa cielo y tierra.
Niños................Hombres,
frente al mar, desnudos.



ROSA





Nombro rosa
y sus sílabas
rompen en mi boca.
Pienso en su sellado silencio,
sombra y condena.

Vivo. Vives presurosa,
ovillo de luz en el aire.
Aire en el aire, pasajera.
Soy tu instante



PESEBRE





La luna abuela
rueca pañales
para el Niño
que nace
entre corderos.
Diminuta luz. Amanecer unánime.
Paja y oro.
Hombre y asno
hermanamente unidos
en humildad de pesebre.



ABRIL






El que cuelga del madero,
sus llagas aún calientes.
¡De tanta herida tanto amor!
Me persigue tarde encenizada.
¿Soy yo o tú el desamparado
sobre el viernes y el vinagre?
Arde el madero en olas de amor
que a mí me inundan.
¿Quién soy en abril, próximo al milagro?
¡De tanta herida tanto amor!
Y sigo mar, de tumbo en tumbo,
entre rocas va mi río,
golpeando otras aguas
más violentas que las mías.
Cristo, espina de eternidad,
mortaja de luz, clavos de perdón,
sostenme, porque voy muerto
a la muerte, en carrera,
encadenado hacia la nada.



III.- Otros textos





TRES DE LA TARDE

(Al margen de Humberto Díaz Casanueva
y Rosamel del Valle)





Palomas disueltas
en tarde sin nombre.
Primavera negra lanza
vertiginosas víboras
sobre cielo sin límites.

La muerte inclina
grandes girasoles alimañas
a las tres de la tarde de Octubre,
acacia oscura sin alas.

Todo el dolor del mundo
cabe en la extensión pálida
y agonizante de la almohada.

La rosa roja
estalló en tu corazón
cansado, Emma.

(¿La muerte pasó sobre tus huesos
o permanecerá fija en tu retrato
en negativo?)

Amiga, te imagino viva, libre, desatada,
en la cinta de mi memoria.
Siembras estrellas en ayunas,
pintas el zumbido amarillo de la abeja,
la inocencia de las flores.

Y enhilas con hilos de lluvia
el trino del zorzal con el zureo del palomo.

Te observo tras una cortina
que espesa el tiempo con su niebla.

Viajas sin equipaje, sin paradero
con una violeta amarilla por pasaporte.
Llevas el gallo colorado bajo el brazo.
No olvidas tu boina; lirio abandonado.

Saludas en tu tránsito terrenal
a los seres más pequeños, forastera
de la lluvia,
a Don Diego de la noche,
al pájaro de pata coja
y a la lechuza azul.
Te espanta el grito ruidoso de la perdiz.
Te despiertas ¿Sueñas o ensueñas?

Trenzas el batro de tu existencia
con alegría de racimo y con manzanas
optimistas
enciendes la llama del aromo.
Peregrina, Cristiana del antiguo
testamento,
amiga del orégano, de los gatos, de la menta
y melisas otoñales
y de las tardes primaverales que alargan su
retiro
del jardín y dibujan arreboles que puedes
alcanzar con tu mano.

Guardas con el mayor celo el sabor
de las uvas doradas del Maule
y en tu caja de mimbre el río de las nieblas
permanece niño.

Con tu sabiduría no libresca
aprendida del viento de la costa,
contagias a tontos graves, a ignorantes e
indiferentes,
con tu palabra sólida, rotunda, sarcástica y
agridulce
pones en claro las cosas (¿La claridad es
atributo del hombre o de los dioses?)

Sacudes a aquellos que flotan
en un mar de conceptos vacuos
giran en redondo presuntuosamente,
desconocen la tierra donde pisan
y revuelven las aguas para hacerlas más
profundas.
(¿Quiénes?)

Alguien grita en la oquedad del mundo.
Carezco de lengua para repetir tu nombre
compuesto por dos sílabas directas: “Mema”.
No tengo que decirle nada a nadie,
multiplico pantomimas
entre fantasmas y máscaras. Mundo de
pesadillas. Levantan estatuas negras
a la estupidez humana.

Escondo mi llanto en la luna oscura del
espejo.
Entrego mis lágrimas a la tórtola
que gime a mediodía.
La salmuera de mi rostro triste
la calca la indigencia del viento
que rompe caretas en los acantilados
donde aúllan perros feroces.
Estoy solo ladeado al borde de la nada.

“Ser o no ser” entre el cielo y la tierra (gran
camino).
Entre nacer y partir, dos accidentes, dos
vacíos.

Ser, en plenitud de planeta (gran mentira).

He perdido mi lámpara terrestre,
la profundidad de mi muerte
y sueños devorados por insectos.

La muerte me dio golpe de palos y cebollas.
Me voy yendo en llantos, en llamas quemando
mi futuro que se adelgaza como humo.

Ven, Emma, desde tu cuarto oscuro, óyeme.
Acompáñame y recoge mi cabeza ciega, ebria,
equivocada
y ayúdame Emma “a reunir el resplandor del
mundo”.


(En Acontecer,
julio-agosto 1999)

CALABAZA CON FRUTAS
(En memoria de Pedro Olmos)




Calabaza morenamente voluptuosa,
cadera de mujer tendida
entre frutas frescas,
seductoras amarillas.

Pedro lucha con ángeles y demonios
con la luz y las sombras,
feliz de sacarle sonido a un cobalto
y transparentar en azul oceánico, dos ciruelas
y el rojo carnal de una manzana.

En el claroscuro del taller
la mujer sale del cuadro, desnuda,
ilumina con sus pezones rosas
el ámbito sensual.
Olmos la sigue con la mirada.

¿Se repetirá el inocente acto del paraíso?




(En Acanthus Nº 49,
Talca, julio de 2000)

(Sin titulación)





Amarrado a mis venas vivo.
Me corto una
y se abre una ventana
al mundo.

...

La muerte me rasguña por dentro
y me contengo.

Por mis oídos entran pájaros,
aparejos con luz tímida
del día.

...

Toda mi sangre responde
responsos gota a gota,
acelerando rama, cargada de cerezas.

Cambio de reino, pero soy el mismo.

Estatuario, inmune. Vuela un colibrí
y sigo su vuelo como iris.







(Inédito, correspondencia a Leonidas Rubio,
del 4 de julio de 2000)


Enrique Villablanca nació en Concepción en 1944. Se trasladó a Talca a fines de la década del 50. Profesor especializado en psicopedagogía, crítico literario y poeta. Publicó: “Maulina. Antología Poética de Emma Jauch”, 1993 y “Antología Esencial de Manuel F. Mesa Seco” en co-autoría con Naín Nómez 1995, ambas en Ediciones de la Universidad de Talca; “Vacíos” en el libro colectivo “La Casa Abandonada”, 1995, y “Llovizna y otros poemas” en Poetas del Maule, Muestra Literaria, Talca, 1998. Fue coautor junto a Matías Rafide, de “Nueva Antología de Poesía del Maule”, Ed. Mataquito, Curicó. Recibió la Medalla al Mérito de las Artes de la Región del Maule en 1998. Falleció en Talca el 4 de julio de 2001.


Leonidas Rubio nació en Curicó en 1970. Hizo estudios de música, periodismo y ciencias jurídicas en distintos períodos. En 1990 fue becario y miembro del Taller de Poesía de la Fundación P. Neruda. Ha recibido la Beca de Creación del Consejo del Libro y la Lectura los años 2000, 2003 y 2009. Ha publicado los libros de poesía “Cuadernos de Emergencia” (Mosquito Ediciones, 1994), “Murmullo frente a sillas vacías” (Ediciones Simbiosis, 2001) “Responso” (Ediciones Simbiosis, 2001), “Imbunche” (Ediciones Simbiosis, 2009), “Piedra Negra” (Mosquito Ediciones, 2009) y “Leyendas del Deseo” (Ediciones Concurso Stella Corvalán. Obras Premiadas, Talca 2011). Fue co-editor de la revista de poesía “Der Archipélagvs” (Ediciones Simbiosis, 2000-2001). Ha participado en lecturas, encuentros literarios regionales y nacionales y ha sido articulista ocasional en medios escritos entre 1995 y 2010. Desarrolla actividad musical en forma paralela.