lunes, 30 de noviembre de 2009

LIBRO DISPONIBLE

-Ya están disponibles los ejemplares de PIEDRA NEGRA. Si desea adquirir, enviar un correo a este e- mail: pdr.ngr.lr@gmail.com

-El precio de cada ejemplar es de $5000 más gastos de envío para regiones

-IMPORTANTE: Sólo se venderán copias para pedidos individuales, esto es, no a empresas ni distribuidores mayoristas, los cuales deben entenderse con MOSQUITO EDICIONES al correo: mosquito@manquehue.net

jueves, 19 de noviembre de 2009

Leonidas Rubio


Leonidas Rubio nació en 1970. Siguió estudios de música, periodismo y ciencias jurídicas entre 1993 y 2005. En 1989 fue miembro del Taller de Poesía de la Universidad de Concepción. En 1990 fue becario de la Fundación P. Neruda y miembro del Taller de Poesía de esa institución. Ha publicado los libros de poesía "Cuadernos de Emergencia" (1994), "Murmullo frente a sillas vacías" (2001) y el opúsculo "Responso" (2002). Ha obtenido la Beca de creación literaria del Fondo del Libro y la Lectura los años 2000, 2003 y 2009. Se dedica a la actividad musical en forma paralela.

Epígrafe

...Y mostró que todas las cosas del mundo son como trabadas, y reciben virtud unas de otras; las más viles, de las más nobles. Y esta virtud parece en unas más manifiesta, así como en las animalias y en las plantas; y en otras más escondida, así como en las piedras y en los metales. (...) Y la piedra en el primero grado es negra en su color, pero tira un poco a bermejura. Y hay algunas en que parece color cárdena como de azul, y éstas son las mejores. Y porque semeja gran maravilla a los que no saben la natura de las propiedades de las cosas, que esta piedra, que es ardiente y seca, pueda tirar el hierro que es frío, decimos que no se deben maravillar por ello; sí bien parar en mientes a los dichos de los sabios, hallarán que todas las cosas que tiran unas a otras, lo hacen en dos maneras; o por semejante o por contrario. Y de esto mostraron los sabios muchas razones que no conviene que sean puestas en este libro, asaz abunda lo que se aquí dice para todo hombre entendido, que por la propiedad de esta piedra pueden conocer todas las otras.

(Lapidario. Alfonso X Sig. XII)

Advertencia preliminar

El presente sólo es víspera o nostalgia. En tardía resonancia de aquel estado de gracia que es la infancia, el desterrado de ella intenta reapropiarse por la palabra el mundo que le fue revelado antes del último día de su eternidad. Por mi parte, estas páginas escritas en veinte años son el primer estadio de esa convalecencia: mi historia y la de mi época han sido una piedra en bruto, a menudo la única posible. Los temas de esta alquimia íntima son la charla con los ángeles oscuros de las iras propias y ajenas, el ajuste de cuentas con un tiempo que abomino, y algunos modestos visos de placer o de esperanza ahora que completo mi segunda veintena de años, con el eterno vértigo de mis viajes de ida y vuelta por el margen en que escribo, el que yo elegí. Acaso tenga también el arcano XVIII, la Luna, por toda regencia. Para ya, de plano, desengañar cualquier facilidad, he aquí mi única doctrina: desde la oscuridad se ilumina el reino, de umbrío se define. Ese llamado al conocimiento que es magia dormida, misterio de objetos y creaturas no sólo como cuerpos sino como mundos, me hace vivir y, de tanto en tanto, escribir. La palabra sólo sirve para orientarse entre las sombras.

L. R.

San José de Buenavista, septiembre de 2009

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Poemas

MARTIANO

a Cristián Gómez




Deslucido, nadando entre dos luces.

Sin nombre de apóstol, sin nombre de poeta,

sin más cantiga que una cuerda rota en la garganta;

para el hombre que, benigno, es doblemente hombre,

convierto el oro en carbón y me hago orfebre de lo negro,

aplaco las fieras después de aplacado,

ni tan libres ni sencillos versos sino propios,

no temo yo ni curo en ciudad o en montaña

aunque el viento persiste en empujarme a las orillas.









MADRIGAL PARA UN OBSEQUIO






El muchacho de plástico arroja besos al aire

con un murmullo obstinado de recuerdo adictivo.

Sopla el cabello que le cubre los ojos,

se guiña en el espejo donde talvez es más bello,

se desliza de los bordes hacia adentro

hasta mudar sinuosamente de traje y de piel

abandonando su caracola herida.

Una pata de conejo es su placebo, talismán

frotado en la flor monoica y erecta, atavío

para el velo de seda deshecho al primer tacto

que recibe con una mueca escalofriada

y el bocio de Adán goteando nata dulce.

Al ritmo de su corazón de corcho lame

sus hombros de plástico, sus rodillas de muñeco obtuso,

su ombligo de labios tatuados, su entrepierna rasurada

y alterna rostros bobos con chasquidos de lengua.

Llega el día detrás de los visillos.

Olvidará los pesares de la noche

pero al volver la noche sobre su alas secretas

¿cómo olvidará los pesares del día? Con un juego felino

de siluetas en el muro, con un zumbido

de vuelo ebrio sobre el lecho, buscavida seductor

de mala muerte, como en un delito irresistible.

Desnudo de afanes y de historia, sin más razón

que el placer taimado de los dedos. ¿Qué sería del cuerpo

si el edredón no fuese un aliado silencioso?

Responderá con un beso cóncavo entre muslos,

fumando la flor sedante del deseo y el cansancio,

murmurando un nombre que duele en voz alta.






DEAD MAN

Para Felipe, esta desigual retribución



Algunos nacen en el dulce encanto;

algunos nacen en la noche eterna.

W. Blake




si recibes un nombre

y duermes en la furia

si duermes en el ruido

te agitará el silencio

te agitará la paz

si duermes en la sangre

si duermes en el fuego

si duermes en la muerte

te despertará la luz negra

te despertará la ceniza

sobre los ojos

sobre el rostro

te despertará el tatuaje

sobre la piel en blanco

si duermes en las visiones

te despertará la ceguera

como la danza de las nubes

cuando la corriente del suelo

te arrastraba sin moverse

y el tiempo te olvidaba

y te olvidaba el alba

y el dolor

para flotar en la noche

que habrá de despertarte

si duermes en el agua

si duermes en el viaje más largo

si has olvidado tu voz

y recibes un nombre









DOS PASOS ADELANTE, UNO ATRÁS



I


De luto en luto aprendo el nombre

de la flor que se cierra en la garganta.

De romería en romería aprendo a marcar

el paso doble de las estaciones.

Me ciño una camisa sobre otra

conforme mi estampa de injerto.

Me templo uno y otro escudo

según los recodos, desvaríos de mi origen.

Entre el Dios fulminante que todo lo vigila

y el Arche tekton que todo lo dispone

modelé un Dios con ambos desperdicios.

De nudo en nudo espero un golpe que hilvane los años.

La fiesta era en honor de un país inventado

por un huérfano triste de apellido Riquelme.

Yo daba vueltas a un pedal en el aire,

dibujaba en el polvo del viejo armario

los rayos de una rueda sin circunferencia.

La llegada del día era un estruendo de vidrios quebrados.

No merezco salir de la sala por “cabeza amarilla”.

En un rincón de la escuela estoy poniendo nombre a mis polluelos.

Afuera van a patearme por “cara pálida”.

En medio de la rueda clamo

porque alguien me quite la almohada de la cara

pero mi padre no atina con la llave,

no logra girar la manilla de la puerta.

Yo soplo una araña que cuelga desde el techo

a la altura de mis narices

para que yo respire despacio.



I I


A nadie entrego esta moneda que brilla con luz propia.

Con ella anduve por plazas de invierno sitiado

y hospitales de pan. Por nadie tiro mi último plomo

a no ser por esos dos que abandonaron el templo

para llegar hasta los pies

del monte que despedaza a los intrusos.

Quede el libro escrito boca abajo, sobre el lecho en la cellisca

donde el preceptor y la tejedora habrán de reencontrarse.

No hay soledad que dé abasto

ni inocencia suficiente.

(Me dicen desagradecido

pero los que dan gracias a la vida

terminan destapándose los sesos. Estoy a salvo).



I I I


Chile, fértil provincia, te merezco.

Valgo lo que tu estrella: un estigma en la frente.

Vamos a consolarnos entre cumbres y desiertos.

Vagaremos de ola en ola, de nube en nube lastimera.

Busco un asidero para verte de cerca.

Necesito charlar al lado de tu manta.

Un niño escarba oculto al fondo de la escuela

en busca de la estrella que cayó de su entrecejo.

Tiene miedo, llora, me estrecha, con los dientes y las uñas hecha añicos,

toma mi mano y la lleva hasta su herida.

Ya no tengo pesadillas. Sólo recuerdos que no caben en el cuerpo.

La patria es el sueño letal en que mi madre

perdió sus ocho hijos por culpa de octubre.

Creo en la silla que se mueve para dar espacio a un muerto;

en el humo del brasero, en las granadas que se abren enseñando el corazón

de uno que ha visto demasiado. Creo en la camisa blanca

que dejó tendida mi abuelo el emigrante

después de sacrificar un toro y beberse su sangre tibia,

alzar su trabuco y descargar en la bandada su ingenio de Burgos,

su furia de renegado con una carreta por todo tesoro.

Creo en el sombrero de mi abuelo, el otro, el funcionario

que dejó una copa servida en duermevela

a la salud de un pueblo sin acta de bautismo.

¿Quién dará nombre al territorio que cayó del meridiano

cuyas criaturas vagan, cosidas en el sexo y en la lengua?

Mi clase no se permite el lujo ni se permite la pobreza.

En medio del país, en medio de las clases

somos la resaca de viejos terremotos.

¿Quién más es consagrado a estos festines

de cadáveres en tenaz apareamiento?



I V


Chilenito que vienes al mundo,

te guarde Dios.